Un Estado que se descompone

Bélgica se hunde por el choque entre flamencos y francófonos

Bart de Weber, líder del primer partido flamenco, antes de su reunión de ayer con el mediador del conflicto.

Bart de Weber, líder del primer partido flamenco, antes de su reunión de ayer con el mediador del conflicto.

ELISEO OLIVERAS
BRUSELAS

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Bélgica, casi siete meses después de las elecciones del 13 de junio, sigue sin disponer de un Gobierno y da la imagen de un país a la deriva y en descomposición debido al creciente desencuentro entre la mayoría flamenca y la minoría francófona.

Las divergencias entre ambos sobre la reforma del Estado, la financiación de las regiones y la regionalización de los impuestos y la proteccion social han impedido que pueda constituirse un Gobierno. Bélgica ha superado así todos sus anteriores récords nacionales sin Ejecutivo e incluso los europeos.

Los sucesivos exploradores, negociadores y mediadores nombrados por el rey Alberto II han fracasado a causa de la abismal diferencia sobre la concepción del modelo de Estado que existe a cada lado de la frontera lingüística.

El senador socialista flamenco Johan Vande Lanotte, el último de los mediadores reales, dimitió el 6 de enero después de que los independentistas de la Nueva Alianza Flamenca (NVA) y los democristianos flamencos (CDV), los dos principales partidos de Flandes, rechazarán por insuficiente su propuesta.

Aunque desde las filas francófonas se responsabiliza a ambos partidos del bloqueo actual, tanto los socialistas (PS) como los centristas (CDH) francófonos tenían tantas reservas sobre la misma propuesta que hubieran impedido en la práctica el avance de las negociaciones.

NUEVO INTENTO / El rey quiere evitar la convocatoria de nuevas elecciones por temor a una radicalización de los resultados, en especial en Flandes, que podrían precipitar la ruptura del país. Alberto II se reunirá hoy de nuevo con Vande Lanotte para que retome su labor de mediación.

Flandes, la región más poblada, rica y dinámica de Bélgica, reclama más poderes y un cambio radical en el sistema de financiación regional. Flandes quiere reducir de forma significativa sus transferencias de fondos hacia la comunidad francófona, económica y fiscalmente deficitaria y acomodada a tasas de paro elevadas y al subsidio social.

La arrolladora victoria electoral de los independentistas de la NVA, ha contribuido a radicalizar la posición de los democristianos y a endurecer las exigencias de Flandes. Un sodeo de la televisión VTM reveló que el 75% de los flamencos considera que son los francófonos quienes tienen que hacer concesiones.

Los francófonos quieren reducir al mínimo la reforma y evitar una regionalización fiscal, porque eso implicaría una drástica caída del dinero público disponible para el seguro de paro, la sanidad, las ayudas familiares y la educación, lo que obligaría a recortar los subsidios o subir los impuestos. Los francófonos acusan a la NVA buscar la disolución de Bélgica y la independencia de Flandes con una crisis política sin fin.