Revuelta estudiantil en Londres
Cameron encarece la universidad en medio de una batalla campal
El Gobierno de coalición británico puso ayer por primera vez a prueba su autoridad en la votación de la subida de las tasas universitarias en Inglaterra. Y la disciplina solo funcionó a medias. La subida fue aprobada con el apoyo de 323 parlamentarios y el rechazo de 302. Los 21 votos de diferencia representaban la cuarta parte de la mayoría de 84 escaños con que cuenta la coalición. Tres ayudantes ministeriales, dos liberaldemócratas y un conservador dimitieron de sus cargos a modo de protesta, mientras la rebelión entre los diputados alcanzaba niveles insospechados.
En la calle, en las inmediaciones del Parlamento, miles de estudiantes volvieron a protagonizar una batalla campal y mantuvieron violentos choques con la policía. Un grupo intentó penetrar en el Ministerio de Finanzas cargando contra una de las puertas posteriores del edificio y rompiendo algunos cristales de las ventanas. La policía a caballo repelió en varios ocasiones los avances de los manifestantes que encendieron una gran hoguera en Parliament Square y trataron de romper las barreras metálicas que impedían el acceso al Parlamento. Por la noche la policía informó de, al menos, 18 heridos, seis de los cuales tuvieron que ser hospitalizados. También se practicaron decenas de detenciones.
Las protestas estudiantiles no impidieron que, en la Cámara de los Comunes, los diputados dieran luz verde a una subida de las matrículas universitarias, que podrán triplicar su precio hasta un máximo de 9.000 libras anuales (10.710 euros). El incremento solo afecta a las universidades de Inglaterra. En Escocia la enseñanza superior es gratuita y las autoridades de Gales han prometido subvenciones para que los estudiantes galeses no tengan que pagar más aunque estudien en los centros ingleses. El Gobierno norirlandés no ha tomado aún ninguna decisión.
El voto de ayer constituía el mayor desafío al que se ha enfrentado hasta ahora la coalición gubernamental durante sus siete meses en el poder. En las filas de los conservadores y muy especialmente en la de los liberaldemócratas, ha habido divisiones y rupturas. Los liberales habían prometido explícitamente en su programa electoral que se opondrían a un incremento del coste de la enseñanza universitaria. Una vez en el poder, el cambio fue rotundo.
DETESTADO / De ser el político más apreciado antes de las elecciones, el liberal Nick Clegg ha pasado a convertirse en el más detestado, especialmente por los estudiantes. Clegg dice haberse dado cuenta al llegar al Gobierno de que las cuentas públicas estaban mucho peor de lo que sospechaba cuando participó en las elecciones. Sus palabras, asegurando que la subida es justa y progresista, suenan sin embargo a traición en los oídos de muchos ciudadanos.
El primer ministro, David Cameron, insistió en que la medida era necesaria para compensar la falta de fondos públicos destinados a la educación. El líder del Partido Laborista, Ed Miliband, consideró, al término de la sesión, que el incremento es «algo malo para la democracia».
A juicio de Ben Page, director ejecutivo del instituto de sondeos Ipsos Mori, «el voto de las tasas universitarias es solo el primer test corrosivo de la fuerza de la coalición para mantenerse unida». La luna de miel en la coalición ha acabado, señala Page, para quien «las tasas universitarias son una tormenta en una taza de té». «El estado de la economía es realmente la cuestión», añadió.
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