La ira contra los príncipes

El príncipe Carlos y su esposa Camila sufrieron anoche personalmente la ira de los manifestantes estudiantiles. El coche de la real pareja fue atacado cuando se dirigía a una gala benéfica, en el teatro del London Palladium. Los manifestantes arrojaron pintura blanca y rompieron una de las ventanas del vehículo, cuando circulaba por Regent Street, en lo que ha sido calificado como un fallo de los servicios de seguridad del heredero.

La pareja real pudo llegar ilesa al teatro, mientras Downing Street condenaba la violencia. Los incidentes se agravaron en Londres al anochecer. La tienda de Top Shop, en Oxford Street, terminó con los escaparates rotos. Fue el colofón de una jornada en la que la violencia empañó las demandas estudiantiles.

«Creo que es horrible. Yo siempre condeno la violencia. Este no es mi estilo», dijo un manifestantes que llegó desde Cambridge mientras veía como varios jóvenes intentaban entrar en el Tribunal Supremo.

ENCIERROS Y SENTADAS / En Cambridge, como en otros lugares del país, los estudiantes han protagonizado a lo largo de la semana encierros y sentadas. La disciplina y la responsabilidad de estas movilizaciones ha sido la norma. «Ni alcohol, ni drogas», era la orden interna de los alumnos de la London School of Economics (LSE), que ocupan la sala Vera Anstey del Old Building. Los contestatarios han puesto buen cuidado en no perder las clases ni en saltarse exámenes.

No muy lejos, sus colegas del prestigioso King College también hacían llamamientos a la movilización. «Recortar dinero a las universidades es desmoralizador para todos. Estudiar no es un privilegio», dijo Alan, estudiante de derecho.