CRÓNICA DESDE MOSCÚ

53 horas de viaje aristocrático a Niza

Inauguración de la línea.

Inauguración de la línea.

DMITRI Polikárpov

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Lujoes una palabra mágica para los oídos de los moscovitas. Da sentido a muchos inventos del márketing ruso poco comprensibles desde el punto de vista del sentido común de un europeo. La última novedad es un lujoso tren que desde hace poco sale cada jueves de la estación Bieloruski de Moscú con destino a Niza.

Para ir de la capital rusa a la Riviera francesa se tarda nada menos que 53 horas. El tren atraviesa territorio de siete países y hace parada en 11 ciudades nunca antes comunicadas entre sí por vía férrea. Y eso que un vuelo directo de Aeroflot (las líneas aéreas rusas) llega en tan solo cuatro horas. Pero, según los ideólogos del proyecto del tren Moscú-Niza, el tiempo no importa tanto como el prestigio y el confort cuando se trata de un viaje antaño tan emblemático para la clase alta rusa.

Desde 1856 hasta la Revolución bolchevique de 1917, Niza fue uno de los balnearios favoritos de la nobleza rusa y de los empresarios más ricos. A mediados del siglo XIX, la familia real Románov construyó un palacio para pasar sus vacaciones en Niza. Los aristócratas de entonces viajaron en masa a la Riviera. Pero la comunicación por ferrocarril entre San Petersburgo (entonces capital del imperio ruso) y Niza se interrumpió en 1914, a causa de la primera guerra mundial.

Solo 96 años después, el monopolio Ferrocarriles Rusos (RZD) se ha atrevido a restablecer la famosa ruta con la idea de seducir a los nuevos ricos y la clase media con la posibilidad de atravesar en dos días ciudades como Varsovia, Innsbruck, Viena, Milán, Génova y San Remo. Mientras los europeos están cada vez más acostumbrados a viajar sentados en trenes de alta velocidad, para los rusos es mucho más habitual ir en un tren que circula a unos 70 km/h, como el Moscú-Niza. Lo tradicional es viajar en un coche cama saboreando un buen brandi, comer en un restaurante móvil y bajar en todas las paradas para oler el ambiente. Nada de prisas.

El viaje de ida en un coche de la clase Lujo, con ducha, televisión y minibar, cuesta 1.200 euros. La primera y la segunda clase, 459 y 306, respectivamente. El precio varía según la edad del pasajero y la cantidad de billetes comprados. El billete más económico, para menores de 26 y mayores de 60 años, vale 225 euros. En comparación, un billete de ida y vuelta de Aeroflot cuesta en torno a 400 euros.

Además de viajar a Niza, el nuevo tren es una oportunidad de llegar a las estaciones de esquí más populares, como Innsbruck en Austria o las del norte de Italia. Y no hay que pagar el sobrepeso del equipo de esquiar, que en los vuelos aéreos por Europa es costoso.

Los primeros trayectos han demostrado que la idea de RZD de aprovechar las conocidas debilidades de la clase alta rusa ha sido acertada. Los billetes para los vagones de lujo se agotan enseguida, y se vende un 90% de todas las plazas.

De momento, solo existe un riesgo visible que podría reducir el número de los clientes que prefieren el tren al avión para disfrutar de un viaje largo y tranquilo. En el 2011, la duración del viaje se acortará hasta las 36 horas.