HOMENAJE A UNO DE LOS HITOS DEL HUMOR GRÁFICO EN AMÉRICA LATINA

Argentina debate si Patoruzú, su popular personaje de historietas, inspiró al creador del héroe galo

Goscinny vivió la infancia y parte de la juventud en Buenos Aires

ABEL GILBERT
BUENOS AIRES

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En los versallescos bosques del barrio de Palermo de Buenos Aires, en una casa de vieja estirpe aristocrática que hoy es la sede del Museo de Artes Plásticas Eduardo Sívori, acaba de realizarse un homenaje al cacique Patoruzú. La muestra Patoruzú, una revista, una época, con dibujos originales de las portadas de uno de los personajes emblemáticos de la cultura gráfica argentina, reavivó un debate que llega hasta París e involucra nada menos que a Astérix. "¿No será que René Goscinny el inventor junto a Albert Uderzo del héroe galo le debía todo a su lectura de Dante Quinterno?", se ha preguntado el escritor Andrew Graham-Yooll en el diario La Nación.

Las aventuras de Patoruzú, el último indio tehuelche y dueño de "media Patagonia", comenzaron a publicarse en 1928 en el diario Crítica. Luego pasaron a El Mundo. Tal fue su éxito que en 1936 Patoruzú se convirtió en revista.

Goscinny la conoció muy bien. Había llegado a Buenos Aires en 1927, con apenas 2 años. Su padre, Stanislas, un ingeniero químico, vino a ocupar un cargo gerencial gracias a la Jewish Colonization Association del filántropo barón Maurice de Hirsch. Y en esta ciudad, donde permaneció hasta 1946, el pequeño Goscinny aprendió a dibujar y a amar el género que lo hizo célebre: la historieta.

El ensayista Didier Pasamonik no duda de que por sus manos pasó más de un ejemplar de Patoruzú. Para él, es una paradoja que Goscinny, un artista francés, hijo de un judío polaco y de una ucraniana, acabase plagiando a un argentino para dar vida al pequeño líder de la resistencia a la ocupación romana. Su hipótesis, naturalmente, tiene simpatizantes en Buenos Aires.

Quinterno, el Walt Disney argentino, creó a Patoruzú casi por accidente. A medida que ganaba popularidad, fue definiendo sus rasgos: el cacique, cuya nación real había sido exterminada por el Ejército argentino a fines del siglo XIX, era pese a ello bueno por naturaleza y defendía a los débiles con una fuerza sobrehumana. "Los argentinos lo adoptaron como parte de su familia. Muchos han aprendido a leer con sus historias y se educaron con los valores que defiende: justicia, nobleza y amor por la patria", dice Walter Quinterno, hijo del creador de la leyenda y dueño de sus derechos de publicación.

Upa, un 'proto-Obélix'

Con los años, Dante Quinterno fue acompañando a Patoruzú de nuevos personajes, entre ellos Upa, el niño obeso a quien los defensores de la teoría del plagio ven como una suerte de proto-Obélix. En el Parque Rivadavia, donde se intercambian viejos ejemplares de la historieta, un coleccionista marca otras analogías: Patoruzú, como Astérix, es más pequeño que sus adversarios. "Y mire qué coincidencia: los dos sacan a sus rivales de las viñetas de un porrazo. Uno y otro se muestran como símbolos de una tradición amenazada", dice. "El poder de Astérix brota de la poción mágica del druida Panorámix. Hay una aventura de Patoruzú de 1937 donde se cuenta cómo sus ancestros adquirieron una potencia sobrehumana alimentándose con un caldo hecho con el fémur de un gigantesco Buey Apis", añade.

El debate sobre las fuentes de inspiración de Goscinny ha relegado otras controversias. El semiólogo Oscar Steimberg dijo que detrás de la imagen de cacique filantrópico se esconde un terrateniente. Steimberg puso además en duda la virilidad de Patoruzú: "Tiene una especie de relación madre-hijo con Upa".

Frente al primer reproche, el humorista gráfico Oscar Vázquez Lucio (Siulnas) suele exhumar un ejemplar de 1936 en el cual Patoruzú reivindica su condición de "poblador originario". Y en cuanto a las apetencias sexuales del cacique, el coleccionista Sergio Maganás asegura que este "ha tenido unos cuantos romances, más de los imaginados". También ha sufrido por amor."No todas sus prometidas se le acercaban con buenas intenciones", explica. Además, "era muy tímido" y "anticuado". Tal vez, y a pesar de tantas aventuras, a Patoruzú le faltó visitar a un psicoanalista y contarle sus problemas.