Agradecimiento colectivo a les Luthiers

ABEL Gilbert

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Millones de argentinos han crecido y se han reído a más no poder con Les Luthiers. Y aún lo hacen. Desde su debut, el 4 de setiembre de 1967, el grupo ha realizado 28 espectáculos, ha cantado unas 160 canciones y ha inventado 36 de sus instrumentos informales. Tanta es la reverencia que se les profesa que en el Centro Cultural Recoleta de Buenos Aires se celebra Expo-Les Luthiers. Esta muestra es algo más que un museo o un parque temático del peculiar grupo: es un ritual colectivo de agradecimiento.

"Sí, yo los escuche por primera vez en el Teatro Lasalle", dice un hombre de unos 50 años. "Claro, la vez que hicieron Blancanieves y los siete pecados capitales", interviene un joven. "No, eso fue en el Instituto Di Tella, seis años antes", le corrigen.

Aquel Les Luthiers, el que llevaba a Blancanieves al diván de un psicoanalista para que elaborara la culpa por la muerte de su madre, iniciaba una carrera artística inusual: un grupo de jóvenes universitarios y con experiencia coral decidía mezclar el humor más sutil con la música clásica, las tradiciones populares y el café-concert (una variante estilizada del cabaret).

Tardaron cuatro años en editar su primer disco. "Sonamos, pese a todo", se llamaba ese disco y era algo más que una declaración de principios. Les Luthiers sonaban diferente. "Naturalmente. Uno todavía escucha la Epopeya de Edipo de Tebas, se desternilla de la risa y se sigue embelesando con los aires renacentistas de la música", dice Isidro, que ha llegado a Expo-Les Luthiers con una cámara digital. Asegura que vino a grabar a sus integrantes para dejarle a su hija pequeña esas imágenes de recuerdo para la posteridad.

Hubo un tiempo en que Les Luthiers fueron siete: Gerardo Massana, el fundador del grupo; Daniel Rabinovich, Marcos Mundstock, Carlos Núñez Cortés, Jorge Maronna, Carlos López Puccio y Ernesto Acher. Massana, el inventor de la mayoría de los instrumentos informales (el violín de lata, la máquina de escribir musical) murió en 1973. Acher dejó el grupo en los 80.

La Expo-Les Luthiers ha servido para rescatar la figura de Massana en su real dimensión. Ya lo había hecho, en una escala más reducida, su hijo Sebastián en un voluminoso y entrañable libro: Gerardo Massana y la fundación de Les Luthiers, publicado por la Editorial Norma.

Massana era hijo de inmigrantes catalanes. Su abuelo paterno, Enrique, había sido cómico. El abuelo materno, Gregorio Silvestre, actor dramático. Silvestre también era catalán y tuvo un papel preponderante en el Casal de Buenos Aires. Su bisnieto, Sebastián, aún conserva la carta que le envió Francesc Macià en respuesta a su apoyo a la naciente Generalitat catalana.

Gerardo El Flaco Massana falleció antes de la primera gira de Les Luthiers a España. "Mire si son famosos ahí que hasta Felipe González los recibió cuando era presidente y-", dice Isidro, todo un especialista, cuando en ese momento entra a una de las salas Rabinovich, el Luthiers más gracioso. Sus palabras quedan en el aire. Va a filmarlo. Teme que un día su hija no se crea que una vez los conoció.