Los Corleone de Gaza

JOAN CAÑETE BAYLE / GAZA / ENVIAT ESPECIAL

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El 8 de junio, Israel mató a Jamal Abú Samhadana, líder de los Comités de Resistencia Popular y jefe de la policía fundada por Hamás en su estrategia de ganar adeptos contra Al Fatá. Mumtaz Dogmosh, miembro de un poderoso clan de Gaza, aspiraba a suceder a Samhadana, pero Hamás lo vetó. A cambio, Dogmosh creó el Ejército del Islam --uno de los tres grupos armados que se responsabilizó de la captura del israelí Gilad Shalit--, bajo la promesa de que Hamás le financiaría. Hamás no cumplió, y el 14 de agosto Dogmosh secuestró a dos periodistas de la cadena Fox, que fueron liberados tras 14 días de cautiverio después de que alguien pagara, a través de Hamás, una cifra que varias fuentes calculan en 350.000 euros.

La historia, tal y como la cuenta una fuente de las fuerzas de seguridad palestinas, ridiculiza las surrealistas exigencias de los secuestradores: liberar a todos los musulmanes presos en EEUU y que los rehenes se convirtieran al islam. A su vez, esta historia llevó al secuestro del fotógrafo español Emilio Morenatti. Inspirado por el botín obtenido por Dogmosh, el clan mafioso de los Abú Homra, conocido en Gaza por su peligrosidad y su actividad criminal, decidió ganar dinero con la captura del reportero.

Beduinos egipcios

Los Abú Homra descienden de beduinos egipcios --aún quedan en el Sinaí-- que se instalaron en Gaza en los años 20. Hasta la década de los 90, el clan se dedicó al comercio de ganado, a la agricultura y a la recogida de basura con carros tirados por burros, convirtiéndose en una de las 10 familias más poderosas del sistema tribal de Gaza, junto a otros apellidos de peso como los Dogmosh o los Helles. Cuando en 1994 Yasir Arafat regresó a Gaza al frente de la recién fundada Autoridad Nacional Palestina (ANP), decidió respetar el sistema tradicional de clanes, dado que su gente procedía del exilio y no tenía poder en los territorios. Eso dio lugar a una ley oficial sobre el papel y a otra ley, la de los clanes, que solucionaba --y soluciona-- los problemas, basándose en el juicio de sus líderes. Este Instituto Familiar se convirtió en el auténtico tribunal palestino.

Pero lo que ancestralmente sirvió en un ámbito rural no supo adaptarse al entorno urbano y, poco a poco, el sistema derivó hacia la criminalidad y las prácticas mafiosas. Con la Intifada, el debilitamiento de la ANP y la crisis económica ha sido proporcional al aumento de la importancia de los clanes. Hasta llegar al punto en el que está ahora Gaza: un Gobierno inexistente, sangrado por Israel, Occidente y la lucha fratricida entre Al Fatá y Hamás, y sin autoridad."En todas las facciones, milicias y fuerzas de seguridad hay miembros de clanes para los que la familia es lo más importante. Da igual si se es de Hamás o Al Fatá: antes se pertenece a los Dogmosh o a los Abú Homra y se trabaja para ellos que para el partido o la institución. Por eso es tan difícil poner fin a su actividad criminal",explica un miembro de las fuerzas de seguridad.

5.000

personas

Los Abú Homra son más de 5.000 personas en toda Gaza, y la parte criminal del clan es especialmente macabra y conocida. Se dedican, con suma violencia, al robo de fincas y coches, al contrabando de drogas y de armas y a la intimidación --alquilan sus servicios para solucionar problemas entre particulares--. Tal es el miedo que inspiran que pocos se atreven a hablar de ello en público, y en voz baja hay quien cuenta que uno de sus líderes, Abú Sayaf, es conocido por comer en los mejores restaurantes de la ciudad, junto a un numeroso séquito, sin pagar."Secuestraron al fotógrafo español siguiendo el ejemplo de los dos reporteros de la Fox",dice una fuente conocedora del caso, quien añade que exigieron 200.000 euros por el rescate. La versión oficial es que las negociaciones que lideró la presidencia de la ANP lograron la liberación de Morenatti sin pagar.

Los Abú Homra y demás clanes mafiosos son en gran medida los responsables de los secuestros de extranjeros, a quienes usan como moneda de cambio para liberar a parientes detenidos, exigir puestos de trabajo en la ANP u otras prebendas. Este chantaje a las débiles instituciones palestinas casi siempre ha funcionado, por lo que los Corleone de Gaza campan por la franja a sus anchas.