REENCUENTRO DESPUÉS DE 62 AÑOS

Polacos de BCN

CRISTINA GARDE
BARCELONA

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Danuta Kokoszka y Teresa Lindner escondieron sus vestidos de fiesta en los arbustos de la residencia Vallcarca, salieron a hurtadillas por la ventana y se fugaron a la verbena que un amigo organizaba en su casa. Años antes, habían sido arrancadas de sus familias por los nazis y adoptadas por alemanes. Habían dormido en barracas del vencido ejército fascista y atravesado en camiones militares toda Europa. Como ellas, 125 niños polacos encontraron finalmente refugio en Barcelona en 1946. Más de medio siglo después, algunos de aquellos niños, ahora ya mayores, se han reencontrado en la ciudad que los acogió durante 10 años.

Ayer por la mañana, el vestíbulo del hotel Sansi Pedralbes estaba ocupado por una veintena de ancianos polacos venidos de Estados Unidos. Todos se sonreían y se abrazaban. Los que regresaron a su Polonia natal llegarán hoy."Esta es la paradoja de la historia, los que encontraron a sus familias vivieron en una Polonia comunista destruída por las guerras, mientras que el resto tuvo una vida nueva en Estados Unidos",lamenta el cónsul polaco Marek Pernal, quien conoció la historia de los 125 niños tras leerla en un dominical.

"Fuímos seleccionados por los nazis por nuestros ojos azules y nuestro cabello rubio, y germanizados a través del programa Lebensborg, que quería fortalecer la raza ária",explica Aleksandra Gruzinka, una de las niñas polacas que llegó a Barcelona aquel verano de 1946, de las más mayores y de las que antes se marcharon. Finalizada la segunda guerra mundial, el gobierno polaco en el exilio, con sede en Londres, les procuró, gracias a la colaboración de la Cruz Roja y el gobierno franquista, dos mansiones en Sarrià, donde residieron hasta el 1956. Wanda Tozer fue la principal intermediaria entre los niños y la administración, la que les procuró estudios, ropa y comida.

Hoy, todos aquellos niños serán homenajeados por el Ayuntamiento de Barcelona y el consulado polaco. Marek Pernal decidió unos meses atrás remover en diversos archivos históricos y descubrió montones de fotografías y documentos que evidenciaban la estancia de los 125 niños en Barcelona. Fue entonces cuando se planteó publicar un libro, en el que han colaborado el consistorio y el autor del reportaje que destapó la historia, José Luis Barbería, así como diversos historiadores del Memorial democràtic.

"Ninguno recuerda los momentos tristes, para ellos todo es ideal, sólo hay recuerdos felices", explica Pernal. La realidad es que en los archivos se narra cómo la guerra dejó en aquellos niños secuelas en forma de traumas o ataques de estrés. Teresa y Danuta, sin embargo, recuerdan con melancolía apoltronadas en los sillones del hotel cómo comían las bainas de los guisantes que encontraban en las basuras."¡Estábamos hambrientas!", exclama Lindner.