BELLVITGE, 50 AÑOS

La prisa trajo calidad

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Aunque parezca un contrasentido, la prisa trajo calidad. Interesaba construir mucho y muy rápido, para dar respuesta a la demanda ingente de vivienda, de manera que el Plan Parcial de Bellvitge, que en 1956 preveía edificios de seis plantas, dobló la apuesta en apenas un lustro hasta las 12 plantas, más dos de uso común. ¿Pero cómo acometer la obra? Los muros de ladrillo convencional no servían para edificar a tanta altura.

Ahí fue cuando la inmobiliaria Ciudad Condal se interesó por la patente de la empresa francesa Estiot, en Dijon, que trabajaba con un sistema entonces pionero en España: los módulos prefabricados. «Se elaboraban unas planchas de hormigón armado de gran formato, de 8 por 2,30 metros, y después se trasladaban con una torre-grúa, montada alrededor de los bloques, que se desplazaba sobre rieles de tren. De esta forma, los edificios se construían encajando piezas, como un mecano», explica la arquitecta Sandra Bestraten.

Las planchas no constituían un sistema barato de construcción, pero sí muy rápido. Se fabricaban, además, a pie de obra, en una factoría erigida ex profeso al lado de las edificaciones, lo que agilizaba aún más el proceso, subraya su compañero, el también arquitecto Emili Hormias. Y en verdad que fue rápido. Los operarios, dirigidos por el ingeniero Salvador Domínguez, levantaban cada día la estructura de entre cuatro y ocho pisos. Contribuía también a la celeridad un sistema de encofrado que calentaba el hierro dentro del hormigón para que forjara en apenas 24 horas. «Como tenía que endurecerse muy deprisa, había que echar más cemento, y al final eso redundó en obras de mayor calidad», destaca Bestraten.

Además, se empleó hormigón para los muros estructurales. ¿Ventajas de la consistencia en la vida doméstica? La insonorización de las viviendas, porque la densidad del hormigón impide que pase el ruido. ¿Inconvenientes? No se puede hacer regatas. Los bloques han resistido bien el paso del tiempo: «No tienen ni una sola fisura y estructuralmente están perfectos», dice Bestraten. Tal vez la única queja que expresan los vecinos se refiere a los ascensores, que no se detienen en cada piso.