Un huerto de Vallcarca ayuda a integrar a personas sin hogar
Los usuarios aprenden a gestionar el espacio y consumen lo que producen
En el barrio de Vallcarca, se encuentra el huerto social de Les Cases (avenida de Vallcarca, 120-124), un proyecto terapéutico dirigido a personas que no tienen hogar. En funcionamiento desde el 1 de marzo del 2013, el huerto es una iniciativa del Centre Heura y de Llar de Pau, a quienes el ayuntamiento cedió la gestión de este solar de 500 metros cuadrados, surgido del llamado Pla Buits, el año pasado.
«Aparte de la terapéutica, también tiene una función formativa», señala Laia de Ahumada, miembro de la directiva del Centre Heura. Un total de 14 personas sin hogar (seis usuarias del Heura y ocho de Llar de Pau), orientadas por un técnico y dos educadores sociales que les enseñan a gestionarlo, trabajan el huerto.
VALORES / En el huerto, que abre tres veces a la semana durante tres horas al día, los usuarios plantan coles, brócolis, tomates, berenjenas, patatas, zanahorias y fresones, entre otros productos. Como cuenta De Ahumada, a través de esta iniciativa también se pretende transmitir los valores de la tierra. «La tierra sirve como metáfora de la situación de estas personas —explica—. Del terreno más árido, pueden salir frutos».
La directiva del Centre Heura explica así que muchas de las personas que trabajan el huerto han salido de la situación de apatía en la que estaban, si bien la mayoría de ellas siguen viviendo en la calle. Pero las perspectivas, asegura, son otras.
Albert Sabatés, director de la casa de convalecencia Llar de Pau, donde asisten a mujeres sin hogar, explica: «Las mujeres que están en Llar de Pau han sufrido mucho y están saliendo de auténticos naufragios. Poder trabajar la tierra las estimula».
Todo lo que los usuarios del huerto de Les Cases plantan lo consumen después en el comedor de Llar de Pau y lo comparten con otra gente de esta entidad que no trabaja el huerto, según cuenta el director.
DAR VIDA / El sábado pasado, el Centre Heura y Llar de Pau organizaron una jornada de puertas abiertas para dar a conocer la iniciativa al barrio. «Queremos que, por un día, estas personas se sientan protagonistas y anfitrionas», explica Sabatés. El ambiente es alegre y hay música de fondo. A las familias que se acercan curiosas a ver el huerto se les ofrece coca.
Pilar Serra tiene 44 años y es una de las usuarias del huerto. «Esto es lo más grande que he hecho», dice. Entró en Llar de Pau en el 2012 con una depresión. «El huerto me ha dado la vida», revela ilusionada.
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