ACTÚA EN LA SALA BARTS EL 6 DE ABRIL

Zenet: "Yo también saco mi parte femenina cantando boleros"

El artista malagueño presenta su nuevo viaje musical: 'La guapería', que nos transporta a La Habana

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Luis Miguel Marco

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Dice el malagueño Zenet que, en otra vida, nació en La Habana. Y se desdice del día en que juró que jamás haría un disco de versiones, porque eso es precisamente 'La Guapería', su nueva reinvención. Un proyecto musical que te envuelve y te transporta, donde recupera el sonido de los boleros que sonaban en las radios antiguas. Un ramillete de canciones no muy trilladas que huelen bien, a baño de luz y sal. Hecho un pincel, con guapería y con toda la banda, lo presentará el próximo sábado 6 de abril en la Sala Barts de Barcelona.

-¿Qué es la guapería?

-Te lo cuento con una imagen. Es aquel hombre vestido de blanco en aquella Habana vieja que, cruza una calle de puntillas y saltando para no mancharse los zapatos en los charcos. Y que ya en la acera se saca un pañuelo del bolsillo y ¡zas!, les sacude el polvo. Es una actitud, un porte, una elegancia. Es el 'echao palante'. Yo me defino como un ladrón de sonidos. Y en este caso Manuel Machado, el trompetista que nos acompaña en este viaje en el espacio y en el tiempo, y también el pianista Pepe Rivero, me hablaron de muchas de estas piezas maestras, de esas canciones de su infancia. Y de ese hilo y de esa guapería fuimos tirando. Y eso es lo que venimos ahora a cantar.

-¿Cómo le explicamos a un 'millenial' quién fue Bola de Nieve o Marta Valdés?

-Son referentes. A mis conciertos viene gente joven, gente que está estudiando música, que le encanta descubrir a estos grandes artistas, maestros del 'feeling' y el 'bolero'. Yo digo que hago 'arqueosofía', desentierro conocimiento.

-Parece que haya cantado boleros toda la vida.

-Pues nada más lejos de la realidad. Yo picoteo, buceo en armonías, en sonidos, en texturas... Las cazo al vuelo y me meto en ellas. Aunque este trabajo es mucho más serio. No quería ser un mero turista accidental así que indagué en ese inmenso paraje musical y me quedé un tiempo, el que necesité, sin prisas. He leído y he escuchado mucho para saber, por ejemplo, que gracias a los puertos, a los barcos y a los músicos que iban en ellos, el bolero se extendió y se convirtió en el pop de la época, porque era una estructura y una composición muy fácil. Y el mexicano le puso una armonía de ranchera y el argentino, de tango. 

- Y, ¿cómo llega a esta selección de un baúl tan repleto de tremendas historias de amor y desamor?

-Buceé en la colección Gladys Palmera y el criterio fue desquitar. Yo buscaba una sonoridad concreta. En concreto el sonido de la sección de metales mezclada con violines. Es la que suena por ejemplo en 'Borrasca?. Ba ra ba ra bá.  

-No son letras muy visitadas. 

-Hasta los años 40 los boleros hablaban mucho del amor cortés y eran un poco cursis si se me permite la expresión. Pero a partir de esa década son salvajes, más intensos. Y esos son los que me interesan más. Ahí están personalidades como las de Marta Valdés, Celeste Mendonza o Toña la negra en Mexico.... Mujeres empoderadísmas que ya le cantaban a un hombre aquello de: "bestia inmunda". 

-¿Llevará este trabajo al otro lado del charco?

-Esa es la idea. Este es un año para inscribirse en los Grammy. Me da un poco de pereza porque me he vuelto una persona tranquila, pero hay que estar.

-Ya no cierra los bares ni hace tantos excesos, parafraseando a Sabina.

-Dejé el crapulismo. Hace cinco años que no tomo una gota de alcohol y nueve meses que dejé de fumar, que era algo absurdo para alguien que hace deporte. Soy otro. Estoy muy centradete de cuerpo y de coco a mis 51. 

-Y encima está rodando una serie de época, usted que estudió arte dramático en Málaga.

-Pues sí. A veces el destino te mete estos golazos. Estamos grabando la serie 'Hache' para Netflix precisamente aquí, en Terrassa. Una serie que pinta muy bien y que espero podáis ver antes de que acabe este año, un 'thriller' con Adriana Ugarte y Javier Rey de protagonistas. Se titula'Hache' porque la protagonista se llama Helena y por la heroína. Ahí viajamos a la Barcelona canalla de los 50, con una historia en la que aparece hasta la mafia marsellesa. Yo soy pianista y cantante en un club nocturno, un local que se llama Albatros.

-No le habrá costado mucho. Sus conciertos son puro teatro.

-Yo creo que encajo porque yo soy carne de teatro. Este es un tipo con mucho pasado, un heroinómano muy limpio y bien vestido, que ve cómo su mundo se derrumba mientras un chica muy joven se enamora de él. El diseño de producción es increíble. Hay mucha lentejuela, mucho brillo, mucho tocado, sombrero y pajarita. La luz también es muy especial y juega un papel importante. No te puedes imaginar la factura que tiene la serie. Es una maravilla. Y encima he conseguido colar dos canciones mías en la banda sonora. 

-Y raptó a su compañera en esta ficción para su videoclip.

-A Ingrid Rubio, a la que admiro desde siempre porque tiene verdad en la mirada. Me la llevé al videoclip de 'Borrasca' que grabamos en la sala Florida Park de Madrid. Lo bonito de este trabajo que hago es que tengo libertad total. Yo decido cómo va a ser la portada, la puesta en escena, las fotos, el diseño gráfico. Y trabajo con gente muy cercana y querida, con mi guitarrista de siempre, Jose Taboada, con mi mujer. Y sin el corsé de una multinacional, desde un sello independiente.

-¿Qué voces conmueven a Zenet?

-Para mí es sagrada Sílvia Pérez Cruz. Con ella la música te eleva. Es una vibración cósmica. Me pasó lo mismo con Rosalía cuando cantó en la gala de los Goya. No me lo podría creer: se me saltaron las lágrimas. Y es que niñas de esas nacen una cada mucho tiempo. Tienen formación musical y saben perfectamente lo que quieren. Rosalía está jugando, pero cuando se pone seria, esa mujer te traspasa. 

-¿Cómo afronta el machismo que destilan muchos boleros?

-Hombre. No es el reguetón que se escucha ahora, tan explícito, tan de cosificar a la mujer. Hay una superioridad, un paternalismo. Por eso estas letras son interesantes cantadas por una mujer. Yo les doy mi punto y saco mi parte femenina a jugar. Y es un juego interesante porque el alma no tiene género.

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