UNA FAMILIA MARCADA POR LA TRAGEDIA

Los otros Kennedy

Tras perder a su primera mujer y a su hija, ahora Joe Biden llora la muerte de su hijo Beau

Joe Biden, con sus hijos Hunter (izquierda) y Beau, alrededor de 1972.

Joe Biden, con sus hijos Hunter (izquierda) y Beau, alrededor de 1972.

RICARDO MIR DE FRANCIA / WASHINGTON

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No hace mucho, Joe Biden se definió asímismo como «el optimista de la Casa Blanca», una afirmación que no debió sorprender a nadie. El vicepresidente de Estados Unidos es uno de los contrapuntos a la seriedad que impera en los pasillos del poder en Washington. Un político que tiende a la broma y el besuqueo en un derroche de humanidad que le juega a menudo malas pasadas por su propensión a meter la pata en el momento más inoportuno. Lo más admirable de todo es que esa vitalidad está construida sobre un poso de desgracia.

El sábado murió a los 46 años su hijo mayor, Beau Biden, casi un año después de que se le diagnosticara un cáncer cerebral. Beau era el hombre llamado a recoger el testigo de su padre. Veterano de la guerra de Irak, ocupaba el cargo de fiscal general de Delaware y pensaba postularse al cargo de gobernador en 2016. «En palabras de los BidenBeau era simplemente el mejor hombre que todos nosotros hemos conocido», dijo la familia enfrentarse a su recaída con la máxima discreción.

Biden estuvo a su lado en el momento del fallecimiento, pero dos semanas antes tuvo el coraje de dirigirse en clave personal a los estudiantes de la unversidad de Yale, que lo invitaron por ser un «ejemplo brillante de superación y compasión hacia los demás». Joe Biden les dijo algo premonitorio. Por más éxito que tengáis en la vida, seréis incapaces de controlar vuestro destino. «La realidad --dijo-- tienen sus formas de intrusismo».

Devastado por la desgracia

En la Navidad del año 1972, semanas después de conquistar su escaño en el Senado, Joe Biden perdió a su mujer y su hija de un año en un accidente de tráfico. Devastado, pensó en dejar la política, entretuvo la idea del suicidio y vio como se resquebrajaba temporalmente su fe católica. Pero algunos colegas le convencieron para que siguiera adelante y Biden se convirtió desde entonces en un padre modélico con la ayuda de su segunda mujer, Jill Jacobs. En el senado dio instrucciones para que le interrumpieran inmediatamente si sus hijos llamaban y mantuvo su residencia en Delaware para poder verlos cada noche.