CORRESPONDENCIA DE UN ROMANCE APASIONADO

El amor catalán de Kahlo

Nueva York subastará 25 cartas inéditas entre la artista y el pintor refugiado Josep Bartolí

Frida Kahlo.

Frida Kahlo. / periodico

IDOYA NOAIN / NUEVA YORK

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El arte, el amor y el sufrimiento de Frida Kahlo no solo encontraron su vía de expresión a través de su pincel. La pluma fue también aliada de la mexicana, como demuestran 25 cartas que cruzó con el catalán Josep Bartolí -también artista, exiliado y su amante- que ven por primera vez la luz ahora que Nueva York se prepara para subastarlas.

La puja, que tendrá lugar el día 15 y en la que se espera que las más de 100 páginas de correspondencia alcancen un precio de entre 80.000 y 120.000 dólares, la celebra la casa Doyle en la misma ciudad donde se conocieron los dos artistas en 1946, cuando ella tenía 39 años y él 36. Bartolí, combatiente republicano en la guerra civil española, se había refugiado en la Gran Manzana tras escapar de un campo de concentración. Ella, tres años mayor, había acudido para una de las múltiples operaciones de espalda con las que intentó sin éxito aplacar los dolores que le causó un accidente en autobús cuando tenía 18 años, en 1925. Les presentó Cristina, la hermana menor de Kahlo, y su amor fue intenso aunque ella estuviera casada con Diego Rivera.

«MI CIELO» / «No sé cómo escribir cartas de amor pero quería decirte que todo mi ser se abre para ti. Desde que me enamoré de ti todo se ha transformado y está lleno de belleza -escribió por ejemplo en octubre de 1946 Kahlo, que ya había regresado a México para seguir con su recuperación-. El amor es como un aroma, como una corriente, como la lluvia. Sabes, mi cielo, llueves sobre mí y yo, como la tierra, te recibo».

Firmaba Mara. Su biógrafa, Hayden Herrera, ha explicado que posiblemente se trate de un diminutivo de «maravillosa», como le llamaba Bartolí, y una de las formas  con las que Kahlo pretendió ocultar el romance más que epistolar a su marido, que «toleraba su amor por las mujeres pero era salvajemente celoso de sus aventuras con hombres».

El ensayo que Hayden ha escrito para Doyle también explica que las cartas, escritas entre agosto de 1946 y noviembre de 1949, son, «como sus pinturas, extraordinariamente directas y personales; claman con una soledad que rompe el corazón y con la miseria del dolor físico». La biógrafa, asimismo, atribuye al romance y a la pasión compartida por una canción que empezaba con el verso «Árbol de la esperanza» el nacimiento de una de las obras más icónicas de Kahlo, que estos días es protagonista de una exposición en Detroit y lo será de otra que prepara el Jardín Botánico de Nueva York.

Bartolí murió en 1995 en Nueva York y su familia vendió las cartas y otros materiales que envió Kahlo al catalán, como fotografías, al propietario que ahora las saca a subasta.