Vinos con historia

Uvas ancestrales: un pasado que resurge

Familia Torres acaba de presentar su quinta referencia vinícola fruto del proyecto de recuperación de variedades autóctonas ancestrales que emprendió hace 40 años.

Se trata del Clos Ancestral Blanco, un vino elaborado con la uva denominada forcada, que se había dado por extinguida por culpa de la plaga de la filoxera del siglo XIX. 

Cepas de la uva acenstral Moneu, plantadas por Familia Torres en el Penedès

Cepas de la uva acenstral Moneu, plantadas por Familia Torres en el Penedès

Xavi Datzira

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Si esto fuera una película se podría titular 'Indiana Jones en busca de la cepa perdida'. Una historia que mezcla viticultura y arqueología, que comenzaría con un salto a finales del siglo XIX, cuando la filoxera sembró la catástrofe en el sector del vino catalán, acabando para siempre con cultivos históricos y variedades autóctonas. ¿Para siempre? No exactamente, porque un siglo después, Miguel A. Torres tuvo una idea quimérica, casi como encontrar el arca perdida: recuperar esas variedades desparecidas y convertirlas en el futuro de Familia Torres.

Y como sucede en las películas de 'Indy', se acabó saliendo con la suya, porque la bodega acaba de presentar su quinta referencia dentro de este proyecto, el Clos Ancestral Blanco, elaborado con uva forcada, que se une al Clos Ancestral Tinto y el resto de vinos de la casa elaborados con uvas pre-filoxéricas. 

Cepa sin identificar

Todo comenzó cuando en los años 80 se encontró una cepa sin identificar, que se saneó, cultivó en vitro, aclimató y finalmente plantó. Objetivo logrado: se había recuperado la variedad garró, plantada por primera vez después de la plaga, y que en 1996 pasó a formar parte del cupaje del Grans Muralles. Desde entonces, los expertos de Familia Torres ya han conseguido redescubrir más de 50 variedades, 6 de las cuales tienen gran interés enológico. Además, han mostrado una gran adaptación a las altas temperaturas y las cada vez más habituales sequías, por lo que van a ser una pieza clave a la hora de adaptarse a las consecuencias del cambio climático.

El proyecto alcanzó una nueva cota en 1998 al descubrirse una segunda variedad con potencial, que recibió el nombre de Querol en referencia al pueblo donde se localizó. Entonces la apuesta se redobló: “Volviendo al pasado y recuperando las variedades de nuestros antepasados, podemos mirar hacia el futuro y encontrar esta autenticidad que dará lugar a vinos únicos, muy especiales e irreplicables en el resto del mundo”, explica Miguel Torres Maczassek, miembro de la quinta generación de la bodega y que está impulsando con fuerza el proyecto junto a su hermana Cristina.

La saga continúa

Así, en pleno siglo XXI el proyecto de recuperación de variedades ancestrales sigue dando alegrías, y el mejor ejemplo es el Clos Ancestral Blanco 2022 (16,75 euros). Un vino ecológico elaborado mayoritariamente con la uva forcada, por ahora la única variedad ancestral blanca que reúne las aptitudes para elaborar grandes vinos y hacer frente al cambio climático, ya que se trata de una variedad de ciclo largo, que madura lentamente y mantiene una marcada acidez. Procedente de la finca Mas Palau, situada a más de 500 metros de altura, es un vino perfumado y fresco en el que destaca la fruta sobre un fondo de hierbas aromáticas. En boca se muestra directo, vivo y con una agradable textura. 

La novedad de Familia Torres para este verano, el Clos Ancestral Blanco.

La novedad de Familia Torres para este verano, el Clos Ancestral Blanco. / Familia Torres

Su hermano mayor es el Clos Ancestral Tinto 2019 (16,75 euros), elaborado en parte con la uva ancestral moneu, recuperada del olvido para plantarla en la finca del Castell de la Bleda. Es una variedad del Penedès que se localizó hace 20 años y resiste bien las altas temperaturas y la sequía gracias a su lenta maduración. En el cupaje se une a otras dos variedades autóctonas cultivadas en ecológico: el ull de llebre y la garnacha. De esta triada surge un vino seductor, fresco y aromático, que muestra buena concentración, complejidad y equilibrio. Su delicadeza le aporta una distinción inusual y mucha personalidad. 

La saga Clos Ancestral consigue de esta manera rendir homenaje a la historia vitivinícola del Penedès y, al mismo tiempo, sentar una filosofía de trabajo que fortalece el camino a seguir por parte de Familia Torres. Porque, a veces, las claves del futuro se encuentran en el pasado. Solo hay que saber dónde mirar.

Potencial enológico

El proyecto de recuperación de variedades ancestrales de Familia Torres representa también una apuesta de futuro. En el Penedès han plantado de manera extensiva dos de esas variedades tras la aprobación del Consejo Regulador. Se trata de la moneu y la forcada, que forman parte del copaje del Clos Ancestral Tinto y del Blanco, respectivamente. 

En cuanto al resto de variedades recuperadas con gran potencial enológico, la querol y garró están plantadas en la DO Conca de Barberà, y la pirene y gonfaus en la DO Costers del Segre, en la finca Sant Miquel de Tremp, en el Prepirineo, y en la finca Purgatori, en Les Garrigues. El emblemático vino Grans Muralles fue el primer exponente del proyecto de recuperación a finales de los noventa, seguido estos últimos años de los vinos monovarietales Forcada y Pirene, destinados a la alta restauración.

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