Abro hilo

El saludo de los 'Brosbones', ni pandilleros ni masones

El apretón de manos de Juan Carlos y Elena, la lotería y el orgullo de un padre, protagonistas en las redes

El curioso saludo de padre e hija de la infanta Elena y el Rey emérito Juan Carlos

PI STUDIO

Daniel G. Sastre

Daniel G. Sastre

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Del suburbio a la Zarzuela

Pocos saludos de tribu urbana tan poco esperados se han visto en los últimos años como el que regalaron a las cámaras el pasado miércoles el rey emérito Juan Carlos y su hija Elena. Parecían dos colegas de fraternidad universitaria norteamericana tras un largo tiempo sin verse, en vez de dos miembros de la familia Borbón. A las puertas de un restaurante de Madrid, donde la familia real celebraba el 60 cumpleaños de la infanta, primero se persignaron el uno al otro en la frente para empezar después con unos juegos de manos que serían la envidia de LeBron James y otros expertos de la NBA: choque de mano lateral de colegas, choque de mano más tradicional a baja altura, cruce de pulgares, agarrón de muñeca y dos golpecitos finales en la pechera ajena. Todo a la velocidad del rayo, muy de suburbio, muy profesional.

Como es lógico, el asunto ha sido la comidilla en los foros navideños, virtuales y no virtuales. Y enseguida se lanzaron hipótesis a las redes. Una de las que tuvo más éxito salió del entorno de Vox, que lleva meses descontento con el Rey Felipe, porque ellos querían que se hubiera olvidado de las funciones que le confiere la Constitución y hubiera acabado con sus propias manos con Pedro Sánchez, o algo parecido. Esta gente relacionó el saludo entre Juan Carlos y Elena con la masonería, que desde tiempos de Franco es una hermandad oscura estrechamente relacionada con otras como el comunismo o la conspiración judía universal. El propio entorno de las organizaciones masónicas lo desmintió con el hashtag #nocabeuntontomás.

Pero los expertos no ven más que complicidad familiar tras el saludo. Y en cuanto al alma proletaria que otros quisieron adivinar en el gesto, baste recordar que el restaurante frente al cual tuvo lugar el intercambio de muecas, el Pabú, tiene dos menús, y uno cuesta 110 euros por persona y el otro 150.

Don Juan Carlos I y la Infanta Elena a la salida del restaurante.

Don Juan Carlos I y la Infanta Elena a la salida del restaurante. / José Luis Roca

El Gordo y otros clásicos navideños

En muchos países debe de ser difícil saber cuándo hay que ponerse en 'modo Navidad'. Algunas veces se toma como referencia el encendido de las luces en las calles; otras, el día de principios de noviembre en el que empieza a sonar a todas horas el 'All I want for Christmas is you' de Mariah Carey. Por suerte en España está muy claro cuándo empiezan estas entrañables fechas: a partir del sorteo de la Lotería de Navidad. Lo que para los habitantes de otras latitudes constituye una tradición incomprensible y un poco ludópata, aquí sirve para abrir un paréntesis que ya no se cerrará hasta otra celebración autóctona: el día de Reyes.

El sorteo surte también de anécdotas a las redes sociales. Las televisiones persiguen la historia más inverosímil, o las más lacrimógena, para alimentar la suspensión de la incredulidad y la suspicacia frente a las matemáticas más básicas: si a toda esta gente que vemos en la pantalla les han tocado miles de euros, por qué no nos van a tocar a nosotros. La historia de este año es que el Gordo ha salido muy tarde, más que nunca. "Este año el Gordo lo patrocina Renfe", dijo la cuenta @CoronaVid19, que logró cientos de miles de seguidores durante la pandemia y ahora ya hace chistes sobre cualquier cosa.

Son días en los que también se recuperan, uno tras otro, todos los vídeos clásicos que han dejado las navidades a lo largo de los años. El 'Boys' de Sabrina Salerno, las empanadillas de Martes y Trece, los errores con las campanadas de varios presentadores... Pero si algún clásico está triunfando este año en X, la red antes conocida como Twitter, es el famoso 'making of' del mensaje navideño de Manuel Fraga en 1992, cuando era presidente de la Xunta de Galicia. "¡Esto es intolerable! La cámara no se puede mover una vez yo empiece a leer", aleccionaba al equipo televisivo el temperamental político, más acostumbrado a mandar que a obedecer. 

Luis Alcides Paniagua canta número de la Residencia de San Ildefonso canta número durante el Sorteo Extraordinario de la Lotería de Navidad 2023 en el Teatro Real de Madrid, a 22 de diciembre de 2023, en Madrid (España). Hoy se celebra el Sorteo Extraordi

Luis Alcides Paniagua canta número de la Residencia de San Ildefonso canta número durante el Sorteo Extraordinario de la Lotería de Navidad 2023 en el Teatro Real de Madrid, a 22 de diciembre de 2023, en Madrid (España). Hoy se celebra el Sorteo Extraordi / Eduardo Parra - Europa Press

Un recorte con 25 años de historia

A cada aparición de una tecnología disruptiva se produce una sacudida en la disciplina profesional a la que afecta que solo puede terminar de medirse pasados unos años. 'Video killed the radio star' y todo eso, pero mucho antes sucedió con el paso del cine mudo al cine sonoro, por ejemplo, y ahora lleva décadas pasando con internet y las profesiones trastocadas por su irrupción, que son casi todas. Se ha hablado muchas veces de esa repercusión en el mundo del periodismo, y este artículo digital no es lugar para insistir.

Pero esta semana un mensaje en la red social X ha puesto en evidencia que, además de las virtudes o defectos que puedan encontrársele, el papel puede tener una vigencia sentimental que es difícil que alcance la información almacenada en unos cuantos bytes de una página web. O si no, ¿cómo se guardan unos bytes en una cartera durante 25 años?

Un recorte de papel de periódico con esa antigüedad apareció en la cartera de un hombre que murió hace un mes y medio. Era una de esas páginas de diario local que recoge cinco o seis pequeñas crónicas de partidos de fútbol regional. El titular de una de ellas es: "Xevi Galceran marca desde medio campo". Quien sube el recorte a X es el propio Xevi Galceran, y quien lo guardó durante 25 años es su padre. Nunca se lo dijo a su hijo, pero probablemente ese momento provocó al hombre una gran satisfacción, y por eso guardaba esa página de diario.

"Ayer, cuando lo vi, al lado de mi madre y mi hermano mayor, disimulé como pude mi emoción. Pero no me lo puedo quitar de la cabeza", escribe Galceran. Y después añade: "A veces los padres no mostramos el orgullo que sentimos por los hijos, aquello de que el exceso de afecto debilita. Pero muchas veces, en secreto, los valoramos. Sin decirlo a nadie. Sin aspavientos. Pero el orgullo está".

Recorte de prensa con; 'Xevi Galceran marca de medio campo'

Recorte de prensa con; 'Xevi Galceran marca de medio campo' / Twitter

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