Regla númerica

El truco del número primo: así venden más raciones bares y restaurantes

Seguro que más de una vez has pedido una tapa y te has dado cuenta de que sobra una unidad que hace imposible una repartición equitativa

 La ensaladilla de Tapas 2254 incluye huevos de codorniz.  

 La ensaladilla de Tapas 2254 incluye huevos de codorniz.   / Instagram

Alexandra Costa

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

¿Alguna vez has ido a un bar o un restaurante, has pedido una tapa y te has dado cuenta de que sobra una unidad que hace imposible una repartición equitativa con tus amigos o familiares? Pasa con las croquetas, las gambas y las albóndigas, las gildas, y hasta con las lonchas y tacos de embutido. Es una práctica que saca de quicio, pero tiene una razón de ser: así los establecimientos venden más raciones. Además, detrás de esta manera de hacer, que se evidencia más en las franquicias, hay un truco y es matemático.

El matemático y divulgador científico Santi García Cremades explicó en el programa 'Mapi' de TVE que la regla numérica se basa en el uso de números primos a la hora de servir las tapas y las raciones. Seguro que recordarás del colegio que los números primos son todos aquellos mayores que 1 y que solo son divisibles por uno y por sí mismos. Como explica Cremades, son el 2, el 3, el 5, el 7 o el 11. Si te fijas, los podrás encontrar habitualmente en una ración.

La regla a la inversa

Una regla que, por otro lado, puede ser a la inversa. Es decir, en el caso de que el número de comensales no sea par, sino impar, los establecimientos suelen servir cantidades parejas. De este modo se repite el mismo 'conflicto' y la cantidad no es equitativa.

Así, con el fin de igualar el sobrante que falta o que queda, los consumidores tienden a pedir más comida y, por tanto, los bares y los restaurantes venden más. Si no hay un camarero simpático que entienda la situación, tire de amabilidad y compense la cantidad servida, hay otra opción: aplicar la táctica del tenedor y el cuchillo. En otras palabras, dividir la última unidad, la de la vergüenza, para que todo el mundo pueda disfrutar de ella.