Balance blanquiazul

El Espanyol sigue sin volar: 11 puntos menos que en el último ascenso

El equipo de Ramis alcanza el ecuador de la Liga con malas sensaciones y lejos de las cifras obtenidas con Vicente Moreno en la última temporada en Segunda

El Espanyol empata ante el Burgos en un partido loco y agudiza la crisis perica

El Espanyol acude a la justicia ordinaria por el escándalo del VAR del curso pasado

Ramis, en un entrenamiento del Espanyol en Sant Adrià.

Ramis, en un entrenamiento del Espanyol en Sant Adrià. / RCDE

Raúl Paniagua

Raúl Paniagua

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Cuando un equipo como el Espanyol, indiscutible favorito para lograr el ascenso, solo ha sido líder de Segunda en 2 de 21 jornadas, algo falla. El equipo perico siempre subió a la primera en sus cinco anteriores descensos, una marca que desea prolongar. Su futuro depende ello. Por plantilla, historial y presupuesto, está obligado a cumplir el objetivo, pero le tocará remar en la segunda parte del campeonato. Ahora es quinto, en zona de play-off, un puesto insuficiente para una entidad que solo concibe subir. 

Puede darse por buena esa posición teniendo en cuenta el pobre rendimiento del equipo. La igualdad de la Liga, con múltiples empates y tropiezos de los favoritos, ha permitido al Espanyol mantenerse en la lucha. Un dato resume esa irregularidad global: el Leganés sigue líder después de encadenar seis jornadas sin ganar. Pero los pericos no se conforman con eso. Quieren un Espanyol con personalidad que mande en ambas áreas, algo que no se ha visto ni con Luis García ni con Ramis. 

Efecto efímero

El primero fue despedido en la jornada 14 tras lograr 4 puntos de 15 y contar con las mismas victorias (7) que la suma de empates (3) y derrotas (4). Su escasa experiencia pasó factura. Dejó al equipo penúltimo en Primera y quinto en Segunda, un fiasco indiscutible que facilitó las cosas a Fran Garagarza, el director deportivo que acabó apostando por un entrenador de su estilo. El 'efecto Ramis', sin embargo, fue efímero y el Espanyol está como estaba, en la quinta plaza y con una irregularidad preocupante. 

La fragilidad defensiva sigue siendo el gran problema de un bloque que lleva 24 goles en contra, solo 4 menos de los que encajó en todo el curso 2020-21, el último del equipo en Segunda. Entonces, con Vicente Moreno en el banquillo, el equipo sumaba 45 puntos en la primera vuelta y solo había recibido 10 tantos; ahora lleva 34 puntos, cifra que solo le habría dado para ir séptimo hace tres años. Es cierto que aquel grupo también tuvo turbulencias en el comienzo de año y Melamed marcó un gol decisivo en Miranda de Ebro que dio paso a una racha triunfal, pero se mantuvo firme en el podio de la tabla. Era otra cosa.

Pere Milla, Sergi Gómez, Calero y Braithwaite, en el último partido contra el Burgos.

Pere Milla, Sergi Gómez, Calero y Braithwaite, en el último partido contra el Burgos. / RCDE

Aquel Espanyol fue campeón de Segunda con 37 puntos en la segunda vuelta. Acabó con 82, igualado con el Mallorca, y sacó nueve al Leganés, tercero. En ataque, el actual equipo suma dos tantos más que el bloque de Vicente Moreno, que llegó al ecuador con 32 tantos. Puado es el actual pichichi de Segunda, como Raúl de Tomás acabó comandado la tabla en 2021.

Las olas de Garagarza

El drama radica atrás, una carencia que ya condenó a los pericos el curso anterior. Si Ramis no logra que su grupo cierre con llave, el sufrimiento está garantizado. "Es obvio que no estamos donde querríamos estar a día de hoy, pero lo lograremos. Ya avanzamos esas olas, esa necesidad de estar juntos y remar", apunta Garagarza, que deberá atinar en el mercado invernal.

Aún hay tiempo de sobra para encadenar una buena racha que instale al equipo de una vez en las dos primeras plazas, zona que no ocupa desde la jornada 12, pero construir un bloque serio en defensa y eficaz arriba no es fácil. Vicente Moreno lo logró. Subió sin apuros y mantuvo al equipo en Primera con tanta antelación y solvencia que ni siquiera supo valorarse. Fue despedido en medio de un ambiente enrarecido que no ha llegado a desaparecer.