Calero frustra a un Espanyol irregular

Era el partido ideal para dar un salto y dormir en la zona de ascenso directo, pero el Espanyol se quedó a medias este viernes en Cornellà ante el Zaragoza (1-1). El duelo, que debería verse en Primera y que ahora se celebra en Segunda, fue tosco, gris y sin apenas ocasiones. Expósito adelantó al Espanyol y Vallejo puso las tablas tras la expulsión absurda de Calero, que facilitó la reacción de un Zaragoza hasta entonces totalmente inexistente. 

Con 22.000 espectadores en el Stage Front Stadium, incluidos los 3.000 maños, la noche empezó con tres novedades en la alineación perica respecto al fiasco de Oviedo. Óscar Gil, Aguado y Jofre entraron en el once con la idea repetir la victoria de la Copa. El triunfo habría supuesto una inyección de moral para una afición y un equipo con ganas de afianzarse de una vez por todas en las dos primeras plazas. 

Triple cambio

Poco fútbol se vio en la primera parte. Apenas hubo ritmo y el choque transcurrió entre pérdidas y errores. Se esperaba mucho más de un Espanyol en un encuentro tan importante. Ramis debió pensar lo mismo y agitó el árbol sin tapujos en el descanso. Hasta tres cambios introdujo el técnico tarraconense. Necesitaba una marcha más el bloque blanquiazul, espeso y demasiado intermitente hasta entonces. Omar entró en el lateral derecho, Pol Lozano en el pivote y Pere Milla reforzó el ataque.

"La expulsión ha condicionado el partido. Nos vino demasiado rápida después del gol"

Luis Miguel Ramis

— Entrenador del Espanyol

Era fácil ofrecer algo más y así fue por parte de un Espanyol que regresó de los vestuarios mucho más conectado. En su primera llegada con criterio, el equipo perico encontró el gol tras una acción al estilo Ramis. Una rápida conducción de Puado acabó con un pase en profundidad a Brian Oliván. El lateral centró y Expósito, llegando desde la segunda línea, cabeceó a la red. Lo más difícil estaba hecho.

¿Castigo desmedido?

El panorama se había aclarado, pero Calero se encargó de oscurecerlo de nuevo con la colaboración del árbitro Arcediano Monescillo. El central llegó tarde y propinó una aparatosa patada a Valera. No dudó el colegiado. El VAR corroboró su decisión y ni siquiera acudió al monitor a revisarla. Quizá fue un castigo desmedido, pero también pudo contenerse Calero. 

El Zaragoza aprovechó el regalo para igualar gracias a Vallejo, que empató nada más entrar en el campo. Y pudo ser peor si Pacheco no saca una mano salvadora (m. 83). "La expulsión ha condicionado el partido. Nos vino demasiado rápida después del gol", aseguró Ramis.