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El inquietante prospecto de un medicamento

Elaboración de medicamentos en un laboratorio.

Elaboración de medicamentos en un laboratorio. / INTS KALNINS

Joaquim Montoliu Martínez

¿Leemos el prospecto de un medicamento antes de tomarlo? Su extensión, con una información exhaustiva y letra pequeña, no estimula la lectura pormenorizada. Pero también influye el vehemente deseo por aliviar pronto las dolencias, la confianza en el buen criterio del médico para velar por nuestra salud y el temor aprensivo que pueden producir algunos datos como los efectos secundarios.

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Sin embargo, no imaginaba que tras leer un folleto tuviera la sensación que tomarse una cápsula era algo parecido a jugar a la ruleta rusa. ¿Qué pasó? Me recetan Sulpirida para combatir los mareos. La doctora prescribe un formato que está descatalogado y en la farmacia me suministran, sin advertírmelo, el formato más habitual del fármaco en el que cada cápsula contiene el doble de la cantidad del principio activo. No me doy cuenta de ello, pero al llegar a casa leo el prospecto y comienzo a recelar: el fármaco es un antipsicótico, neuroléptico, indicado para trastornos psicológicos, pero también para vértigos.

La dosis aconsejada para esta última dolencia es mucho mayor que la que me prescribe la doctora, pero lo que me realmente me escama es la relación de efectos adversos que no se distribuyen, como es habitual, según el grado de probabilidad, tan solo indica: "Al igual que todos los medicamentos, Sulpirida puede producir efectos adversos aunque no todas las personas los sufran". Entre ellos: "problemas en la conducción del corazón y arritmias ventriculares", que puede producir paro cardíaco, muerte súbita; aparición de los síntomas del "síndrome neuroléptico maligno", llegando incluso a producir la muerte y "tromboembolismo venoso, incluyendo el embolismo pulmonar, a veces mortal, y la trombosis venosa profunda".

Me sorprende que un fármaco que informa de unos riesgos tan graves asociados se pueda expender con una simple receta sin prevenir al paciente de los peligros que entraña. Si, desgraciadamente, ocurre lo peor de lo indicado, la excusa está cantada: ya lo advierte el folleto.

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