Hay que condenar toda las violencias, también las del Gobierno contra los débiles

Siento tristeza y vergüenza al ver por televisión la agresión a  Rajoy, el cuerpo se me queda mal y se me revuelve el estómago, pero me  gustaría que todos los que se llevan las manos a la cabeza también  rechazaran la violencia estructural de un gobierno que condena a las  familias a perder sus casas, a los dependientes a perder sus ayudas.

La violencia que retira a los enfermos de hepatitis C la medicina que  les curaría, la que abandona a sus ancianos, que han perdido todos sus  ahorros por culpa de unos bancos rescatados con el dinero de todos. Me  gustaría verles condenar esa violencia culpable de que un 36% de niños  estén en riesgo de pobreza infantil, la que retira becas para  estudiantes, la que ningunea a la ciencia y a la cultura, la que ha  desmantelado la sanidad pública en pocos años.

La violencia es siempre una vergüenza, la anecdótica, con la que nos  llevamos las manos a la cabeza, y también la estructural, la que se ha  vuelto invisible.