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Hay lágrimas en el PSOE. Amargas, anónimas, sentidas. Bajan por las mejillas de gente que dedicó su vida, a través de la militancia o de simpatizante, a la lucha en fábricas, talleres, empresas por las mejoras de las condiciones laborales de los trabajadores, de la educación gratuita, de la sanidad universal, por la erradicación de las desigualdades, transformando y conquistando espacios especulativos en lugares de convivencia en pueblos y ciudades. Y lo han hecho a través de convicciones inalterables, de solidaridad, de muchos esfuerzos y horas de dedicación, renunciando a tiempo de su familia y ocio. Desde la dura clandestinidad a la sospechosa transición por una democracia soñada.
Sin ocupar cargos, sin salir en fotos, sin cambiar pana por alpaca y siempre 'arremangaos'. Es gente de larga e intachable trayectoria, muchas de ellas lloran desde la otra vida, otras probablemente con la salud tocada, pero con su dignidad muy limpia. Me asquean los/las sinvergüenzas que hacen llorar a esta gente.