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"La crítica gastronómica parece haber recaído por completo en los chefs, jueces, jurados y verdugos de su propia obra"

TOY STORY 1995 BUSCANDO A NEMO 2003 LOS INCREÍBLES 2004 RATATOUILLE 2007 UP 2009_MEDIA_4

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Ricardo Urazurrutia Del Campo

Tarde de domingo cualquiera en la que la actividad más perezosa se apodera del aquí ponente: “ver qué echan en la tele”. Sin darme cuenta me encuentro viendo 'Ratatouille', película de 2007 en la que Pixar nos enamora con la pequeña figura de una rata iluminada por una maestría culinaria sin parangón. Curiosamente, uno de los personajes que experimenta uno de los cambios más trascendentales es Anton Ego, lúgubre crítico gastronómico capaz de tumbar o ensalzar cualquier establecimiento con su palabra escrita, como si de una sentencia divina se tratase.

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Pasando de la ficción animada a la realidad, lejos quedan los años 80 y 90, cuando la 'nouvelle cuisine' levantaba fascinación a través de reducciones, 'fumées' y un uso incontrolado del hidrógeno. La sociedad de la información nos permite ver y aprender recetas sofisticadas a través de las redes sociales o los programas de competición entre aspirantes a chef. En estos contextos, se hace más latente la ausencia de un árbitro, de un crítico que nos haga vislumbrar si el plato preparado es un auténtico galimatías o una obra de arte, pues esta misma tarea parece haber recaído por completo en los chefs, jueces, jurados y verdugos de su propia obra.

Esta transformación, paulatina pero hoy en día innegable, hace que no sean pocos los episodios en los que los chefs más mediáticos no aceptan las críticas a sus obras. A nadie se le escapa la viral reacción en Twitter de Jamie Oliver tras su famosa 'paella española' , cuyo mejor calificativo pudo ser el de “atentado gastronómico”, pero parecen haber pasado más desapercibidas las reacciones a las críticas de sus restaurantes trasladadas por Mikel Iturriaga, uno de los pocos paladines del sector, a los grandes chefs españoles de vanguardia; o cómo Jordi Cruz bloqueó a Pino Prestanizzi, tras someter este último a opinión en su canal de YouTube una pizza hecha por el chef catalán.

Parece pues que, en la cocina española, de Anton Ego solo haya sobrevivido el apellido.

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