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'Caso Nóos' y la infanta Cristina: La justicia no debe juzgar a nadie por su nombre

José Melero

La Audiencia de Palma inició el 11 de enero el juicio contra 18  acusados, entre los que se encontraba un miembro de la Casa Real: la infanta CristinaCasa Realinfanta Cristina. La Infanta, durante la vista, se mantuvo  tranquila y con el semblante imperturbable como si el juicio no fuera  con ella. Quizá estaba recordando lo que hace dos años dijo Rajoy al afirmar que él creía que la infanta Cristina era inocente. Fue una declaración desacertada por entrometerse en cuestiones que conciernen al Poder Judicial. No en vano se sentó en la última fila de la sala,  muy cerca de la puerta, para ponerse en pie y salir inmediatamente tan  pronto se anunciara la aplicación de la 'doctrina Botín', sin tener que  soportar las miradas del resto de los acusados. 

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El hecho de que la  hermana del Rey se haya sentado en el banquillo de los acusados ya es un primer paso, pero no suficiente. Debería permanecer en la sala en  todas las sesiones y ser llamada a declarar para tener la posibilidad  dar su versión de los hechos a los jueces y esperar con dignidad la sentencia. 

Si por fin los abogados consiguen que sea aplicada a su  defendida la 'doctrina Botín', sería un sarcasmo para la justicia porque pone en entredicho el principio democrático de la igualdad. La  'doctrina Botín' debería haber sido abolida, por discriminatoria, y en  todo caso no aplicarla en el caso de la infanta Cristina para hacer creíble que la justicia es la misma para todos e independiente, sin dar trato  de favor a nadie por ser quien es.

La justicia no debe juzgar a nadie  por su nombre o su estatus social  sino por sus hechos presumiblemente delictivos.

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