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Amores maduros, presentes felices

Amanecer en la playa de la Barceloneta tras la celebración de la verbena de Sant Joan en Barcelona.

Amanecer en la playa de la Barceloneta tras la celebración de la verbena de Sant Joan en Barcelona. / FERRAN NADEU

Mientras arregla su pelo, se mira de nuevo al espejo que refleja su edad. Esa edad que todo el mundo dice que no aparenta, pero está. Ahora, pasados hace muy poco los cincuenta, piensa que amar es un arte, porque requiere esfuerzo; es como dar forma a una escultura o a un lienzo donde cada pincelada es esencial para conferir perspectiva, cuerpo y belleza a esa obra.

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El amor maduro, ese que acontece ahora, cuando ya ha dejado la juventud, ese amor es muy capaz de trazar cada movimiento con sutil perfección porque es un buen artesano de las emociones.  Sí, de las emociones, tan necesarias para vivir. Apartó la mirada del espejo y miró su foto, la de los dos. Y entendió que, a veces, el primer amor no siempre llega en el orden correcto.

Hay relaciones que acontecen en la edad madura, permitiendo descubrir a personas mágicas e inesperadas en cuyos abrazos nos gusta refugiarnos, porque huelen a hogar y sus besos saben a azúcar y fuego a la vez. Porque el amor maduro no entiende de edad, es digno y vital y energizante. Así que ahora, en la media tarde de la vida. Ella libre, tranquila de corazón y rica de pensamiento, porque en su rostro siempre bailan las sonrisas y las ganas de seguir queriendo. Solamente deseaba verdades, ilusiones, formar parte real, no a medias, parte real, ya que la madurez personal no la traen los años ni tampoco los daños, sino la actitud y esa sabiduría de las emociones donde ella había adquirido su doctorado, su maestría.

No quería un corazón amargo que no ha purgado penas, que no ha sido capaz de hacer ese viaje interior donde poder perdonar, donde hacer de las vivencias pasadas senderos renovados que transitar con ilusión. Ella quería sentimientos con dosis de sabiduría para poder construir aquello que de verdad importa: presentes felices, presentes dignos y apasionados donde descubrirse el uno al otro. 

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