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Entradas a 6.000 euros: ¿el futuro de los conciertos?

Campa la indignación entre los fans de Bruce Springsteen ante la aplicación del precio dinámico a las localidades en su gira estadounidense de 2023, alcanzando cifras inéditas y prohibitivas, y precipitando una crisis de reputación del artista entre su público histórico. Esta modalidad de venta, en boga en muchas áreas comerciales, se está implantando en la música en directo generando un inflamado debate.

Bruce Springsteen, en Barcelona, en mayo de 2016.

Bruce Springsteen, en Barcelona, en mayo de 2016. / FERRAN SENDRA

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Jordi Bianciotto
Jordi Bianciotto

Periodista

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Escandalera entre los seguidores de Bruce Springsteen, visto cómo estos días trepan los precios de las localidades de su gira del próximo invierno por Estados Unidos: “A Springsteen no le importas”, sentencian sin rodeos en nj.com, diario digital de su New Jersey natal. ¿La razón? La aplicación, en una parte de las localidades, del precio dinámico, según el cual el importe puede multiplicarse al depender de un algoritmo que mide el volumen de la demanda, tal como un mercado bursátil.

En el caso del Boss, eso puede llegar a suponer que un boleto situado entre los 59,50 y los 399 dólares se dispare hasta más allá de los cuatro dígitos, con extremos como los 6.558 dólares (6.456 euros) marcados, en cierto momento, por un ‘ticket’ para el neoyorkino Madison Square Garden. Tal ha sido el enfado de los fans, que el mánager de Springsteen, Jon Landau, ha debido salir al paso afirmando en ‘The New York Times’ que el “precio promedio” de los conciertos “está en el rango de los 200 dólares” y que solo “una cantidad modesta” (sin precisar cuál) puede alcanzar los 1.000 dólares o más.

22 años pagando un boleto

Landau ha añadido que las entradas de Springsteen siguen siendo ajustadas en comparación con otros artistas: “Elegimos precios más bajos que algunos y a la par con otros”. Ciertamente, ya son de otra galaxia esos 45.809 dólares a los que se han ofrecido ‘tickets’ de la residencia de Adele en el Caesar’s Palace de Las Vegas, el próximo otoño. Tarifas para las que se brindan líneas de crédito específicas, a partir de 167 dólares al mes (¿22 años pagando en cómodas cuotas la entrada de un concierto?).

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¿Hacia ahí va el mundo del espectáculo? El precio dinámico lleva tiempo aplicándose en diversas áreas comerciales (vuelos, hoteles o vehículos VTC), y en la cultura y el ocio se hace notar en aquellos eventos en que “la demanda de entradas supera en gran medida la oferta disponible”, responde a este diario la compañía Ticktermaster España, que sitúa la aplicación actual de esta modalidad en el 75% de las giras internacionales y entre el 5 y el 7% de las localidades disponibles en cada concierto. Entradas “de muy buena calidad”, cuya tarifa “se va ajustando en función de la demanda”. Esta opción, añaden fuentes de la compañía, “disminuye la reventa, el fraude y la especulación”.

Un bombo más pequeño

En principio, la opción del precio dinámico debe permitir al comprador, en eventos de altísima demanda, apartarse del gran bombo de lotería que resulta ser la venta a precio fijo, donde la adquisición de una entrada puede ser un pequeño milagro, y optar por un carril menos concurrido y con más posibilidades. Estando dispuesto a pagar más (o mucho más) como método de selección natural. Pura lógica de la oferta y la demanda, que ahora la tecnología permite ajustar al minuto y al segundo. Indican desde Ticketmaster que es “muy posible” que la modalidad dinámica “siga expandiéndose”, también en el sector cultural.

La venta de entradas de Bruce Springsteen, el mes pasado, para los conciertos del año que viene en el Estadi Olímpic ya ofrecía esa opción, y por eso algunas se facturaron a precios duplicados o triplicados respecto a otras de la misma categoría (sin acercarse a las cifras de estos días en Estados Unidos). “Los estándares en el mercado estadounidense son diferentes a los de España”, apuntan desde Ticketmaster (empresa que no gestionó la venta de los conciertos de Boss, a cargo de otra tiquetera, entradas.com).

Una reventa integrada

Pero, para el fan, la compra ya es suficientemente estresante como para, encima, encontrarse frente a la pantalla del ordenador ante opciones que considera poco explícitas, ‘tickets’ con reclamos como ‘top’ o ‘platinum’, que llevan directo a la subasta dinámica. Y en la gira americana del Boss entra en juego la reventa, que ahora ya asume la misma tiquetera (y que puede dispararse más todavía: hasta 11.000 euros por una entrada en Tampa, Florida).

“Ahora, la reventa ya está en casa. La practican ellos mismos. Es el mercado, amigo”, observa amargamente Salvador Trepat, veterano seguidor de Springsteen y responsable de la web especializada pointblankmag.com. Trepat, muy avezado en estos episodios de compra exprés, ha logrado hacerse con entradas (a precios moderados) para dos conciertos estadounidenses de marzo y hace notar que ese método dinámico que permite cifras desorbitadas (sin tope aparente) se aplica en todos los conciertos que el Boss va a ofrecer en ese país, “y no solo los que gestiona Ticketmaster, lo cual significa que es el artista el que lo impone”.

Canciones autobiográficas

De ahí el enojo y la decepción, indican fans del Boss, al tratarse de un artista que cantaba contra el afán de riqueza en ‘Badlands’ o ‘Easy money’. “Una vez te hice lo suficientemente rico / como para olvidar mi nombre”, acusaba áridamente en ‘Youngstown’. “Ahora ya no son canciones de denuncia, sino autobiográficas”, lamenta Trepat. Destaca “la contradicción de Springsteen con aquello que siempre ha predicado”, apunta otra fan con recorrido, Pilar Suñé, mientras que Núria Ubiergo, que se planteaba verlo en 2023 en Newark aprovechando que esos días estará allí, y que ha desistido vista la escalada de precios, confiesa una “ruptura emocional” con el autor de ‘Born to run’.

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El mercado tendrá su lógica, pero la fractura con la base de fans está ahí. Aunque no se lo van a perder en el Estadi. “He visto a Bruce 54 o 55 veces desde 1988”, recapitula Suñé. “Como para romperlo todo ahora”.