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Sí, es posible tener déficit de vitamina D viviendo en el Mediterráneo

El Sol es la mayor fuente de vitamina D, lo que induce a pensar que en los climas soleados no debería haber carencia de este nutriente. Sin embargo, un 40% de la población española tiene niveles por debajo de los recomendados. La razón es que intervienen otros factores, como la edad o la calidad del aire.

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Una playa de Barcelona. / CARLOS MONTANÑES

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La vitamina D orbita el foco mediático. Ya sea por el desarrollo de unos tomates modificados genéticamente para que acumulen este compuesto, por su posible impacto en los casos de covid grave, por los anuncios de alimentos que prometen reforzar nuestros niveles, el asunto de la vitamina D lleva ganando protagonismo desde 2020 cuando, al salir del confinamiento, empezamos a preguntarnos si estar encerrados en casa habría hecho caer nuestros niveles de este nutriente que obtenemos del sol. Y ahora que llega el verano, más. Pero ¿de verdad puede ser que la falta de vitamina D sea un problema, viviendo en el Mediterráneo?

Muchos de los artículos señalan que en el mundo hay 1.000 millones de personas con unos niveles de vitamina D inferiores a la cantidad mínima recomendada. El dato fue publicado en 2007 por el New England Journal of Medicine. Tanto ha rondado este número desde entonces, que se ha llegado a producir el efecto inverso: en marzo de 2019, el Ministerio de Sanidad notificó que habían llegado al sistema de farmacovigilancia “casos graves debidos a la sobredosificación de medicamentos que contienen una forma de vitamina D como único principio activo”.

Sin embargo, no hay un consenso absoluto respecto a cuáles son los niveles mínimos de vitamina D necesarios para el organismo y, además, cada cuerpo los sintetiza en una medida diferente, según el manual 'Vitamin D', un libro que recoge el conocimiento científico más actual respecto al micronutriente. La mayor parte de los expertos coincide en establecer que por debajo de 30 ng/ml de suero 25(OH)D, los niveles de vitamina D son “insuficientes”, y por debajo de 20 ng/ml, “deficientes”. Este suero es la forma primitiva y más abundante de vitamina D en el cuerpo humano y se usa para estimar con precisión los niveles del micronutriente, tal como explica una revisión de Nature.

Es el caso de más de la mitad de la población mundial, al menos en invierno, según la última edición del manual 'Vitamin D', publicada en 2017. Otro estudio, con más de 55.000 pacientes en Europa, llegó a una conclusión similar. 

Y la situación en España es la misma. Aunque la idea más compartida es que con el clima soleado del Mediterráneo se garantizan los niveles mínimos de vitamina D, un informe de 2021 de la Fundación de Ciencias del Medicamento y Productos Sanitarios (Fundamed) apuntaba que “al menos un 40% de la población española tiene niveles de (...) [vitamina D] por debajo de los 20 ng/ml, un porcentaje que aumenta exponencialmente con la edad y con situaciones de riesgo”.

Cuanto más oscura es tu piel, más sol necesitas

La vitamina D ayuda a la absorción del calcio y del fósforo y, por tanto, contribuye a la mineralización de dientes y huesos. Diversos estudios han señalado que el déficit de vitamina D también puede guardar relación con diversas enfermedades (cardiovasculares, autoinmunes e incluso con la esclerosis múltiple, entre otras), si bien todavía no se ha establecido ninguna relación causal, según señala el manual 'Vitamin D'.

Los seres humanos necesitan unas cantidades relativamente bajas de vitamina D para mantenerse sanos. “El Sol es la mayor fuente de vitamina D” para la mayoría de personas, tal y como indica el Servicio Nacional de Salud de Reino Unido en su página web. Eso no significa que la obtengamos directamente del Sol, sino que se genera en nuestra piel y la cantidad que creamos no solo depende del tiempo que estemos expuestos a la radiación. También juegan un papel importante otros factores, como la calidad del aire, el peso y la edad de cada uno, el lugar de residencia, el color de la piel o la época del año. De hecho, el paper que analiza la situación en Europa destaca que el dato es “muy superior” en los “subgrupos étnicos de piel oscura”.

"Los caucásicos blancos (...) necesitan nueve minutos de luz solar diaria" para mantener los niveles de vitamina D, explica un estudio publicado en la revista 'Nutrients' en 2018, mientras que los individuos con piel de color más oscuro, si las condiciones son las mismas, necesitarán 25 minutos de luz solar al día.

La dieta también es importante para mantener niveles óptimos de vitamina D: alimentos como el pescado azul —salmón, sardinas, arenques, caballas—, la carne roja, las yemas de huevo o el queso son fuentes del micronutriente.

¿La crema solar influye en la síntesis de vitamina D?

La radiación del Sol está formada por diferentes tipos de rayos y no todos afectan a la piel humana por igual. “Hay tres tipos de radiación: la UV-A, la UV-B y la UV-C. La UV-C no atraviesa la atmósfera, (...) la B nos pone rojos y la A es la que broncea”, explica a Verificat Ramon Grimalt, dermatólogo, divulgador y profesor de dermatología en la Universitat Internacional de Catalunya. La radiación UV-B es la que permite la producción de vitamina D y, como también tiene sus peligros, es la que bloquean la mayoría de protectores solares.

La página de Publicaciones de Salud de Harvard explica que "teóricamente, esto significa que el uso de protector solar reduce los niveles de vitamina D". En la práctica, sin embargo, “muy pocas personas se ponen suficiente protector solar para bloquear toda la luz UV-B o lo utilizan de manera irregular”. Por tanto, los efectos de la protección solar sobre la vitamina D no son suficientemente significativos, añade.

La revisión más reciente sobre este asunto, publicada en 2019 en el 'British Journal of Dermatology', apunta que las cremas de menor protección (con factor de protección solar o SPF menor de 15) no afectan de ninguna forma a la producción de vitamina D. De todos modos, los investigadores destacan en el artículo que todavía faltan evidencias sobre el uso de los filtros solares con un SPF muy alto. Por tanto, los datos no son claros sobre las cremas con un SPF superior a 30, que se recomiendan actualmente.

Los peligros de tomar el sol

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Aunque los rayos UV del Sol son una fuente importante de vitamina D, también pueden ser peligrosos porque son cancerígenos. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), uno de cada tres cánceres que se diagnostican son de piel —incluyendo melanoma y no-melanoma—, razón por la cual tanto este organismo como otros, como el Ministerio de Sanidad español, recomiendan no tomar el sol sin protegerse con crema solar.

La OMS recuerda la importancia de mantenerse fuera del sol entre las once de la mañana y las tres de la tarde en los meses de verano, coincidiendo con las recomendaciones de la Sociedad Americana del Cáncer y la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS). Sin embargo, un informe elaborado por la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC) en 2014 explica que “la mayor parte de la población encuestada toma el sol entre las 12 y las 16 horas, se sigue quemando la piel cada año o utilizan crema con FPS de 25 o menor”.