Antoni Dalmau: in memoriam

De esta misma etapa de Dalmau presidente de la Diputación de Barcelona, data la restitución de la Biblioteca de Catalunya al Institut d'Estudis Catalans y del Palau de la plaza de Sant Jaume a la Generalitat de Catalunya. También los planes directores de la Maternitat y de Mundet (a partir de los cuales debían abrirse a la ciudadanía los jardines y parte de las instalaciones de ambas instituciones), así como del Museu Marítim, hoy Consorci de les Drassanes. Y aún a esta sucinta lista habría que añadir el proyecto Casa de la Caritat del que debían resultar la nueva Impremta Escola, el Centre d'Estudis i Recursos Culturals (CERC) nacido al abrigo del Pati Manning, y el Centre de Cultura Contemporània de Barcelona (CCCB). Y eso sin olvidar la financiación que la Diputación de Barcelona aportó con ocasión de los Juegos del 92: el Palau Sant Jordi. El medioambiente también tuvo un lugar preferente en las políticas desplegadas por el equipo de Dalmau, en este caso plasmadas en las actuaciones llevadas a cabo en los parques naturales gestionados por la Diputación de Barcelona (Montseny, Sant Llorenç del Munt y Serra de l' Obac y Garraf) con el objetivo de conformar, junto con el parque natural de Montserrat, un potente eslabón verde que rodeara el Área Metropolitana de Barcelona. Pero más allá de estos aspectos físicos de la obra del gobierno que Dalmau presidió, bueno será resaltar otra vertiente de carácter interno pero no menos relevante: la reforma administrativa y modernización (informatización) de la institución provincial aprovechando el traslado de la institución a Can Serra.

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Este bagaje da dimensión de la personalidad y capacidad de liderazgo de Dalmau que, sin embargo, vería limitada su acción a un solo mandato de cuatro años al no haber sido elegido diputado provincial en las elecciones municipales de 1987 que perdió en Igualada. Esto significó sin duda un punto de inflexión en su trayectoria política y vital. Vinieron los años de diputado en el Parlament de Catalunya (1988-1995) y de la presidencia de la Fundació Teatre Lliure (1988-2013) con resultados de gestión, en este último caso, también notables. Responsabilidades que alternó con otras tres de las pasiones que nunca había dejado de lado pero que a partir de entonces mimaría de manera preferente: Igualada, la investigación histórica y la escritura. Y es en estos tres ámbitos sobre los que hoy también hay que poner el acento de un hombre que amaba profundamente su ciudad, que disfrutaba escribiendo y al que subyugaba la historia. De esta experiencia nos queda una amplia producción literaria e histórica que justamente inició cuando todavía era presidente de la Diputación, con una obra pensada para niños que mereció el Premi de la Crítica Serra d'Or 1985, ilustrada por Carme Solé: 'Pels camins de la història d'Igualada".

Antoni Dalmau ha sido un hombre tenaz, honesto, afable, coherente, culto, sensible, siempre dispuesto a escuchar; un hombre al que, pese a la dedicación y la calidad del trabajo desplegado durante los años en los que la política fue su prioridad, esta, la política no debía acabarle haciendo la justicia que merecía; política que de una forma militante abandonó en 2013 cuando se dio de baja del PSC al considerar que esta formación se había apartado del proyecto político y catalanista por el que él trabajaba.