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10 canciones para entender por qué bailamos

Así ha sido en Barcelona la primera noche con discotecas. En la imagen, interior de la sala Shoko, la madrugada de este viernes. / FOTO Y VÍDEO: MANU MITRU

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Jordi Bianciotto
Jordi Bianciotto

Periodista

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Las discotecas reabren tras muchos meses de cierre pandémico y nos reencontramos así con el baile, que puede ser un acto puramente lúdico o bien una expresión de afirmación individual, tránsito sensorial o protesta política. Recorremos diez canciones que reflejan distintas maneras de concebir el arte de danzar bajo la bola de espejos.

‘Give up the funk (Tear the roof off the sucker)’, Parliament (1976) 


El baile como carril a través del cual perder el mundo de vista, dejando que el ritmo y la dinámica repetitiva de la canción, con ecos de los mantras hindúes, conduzca a un estado mental despegado de la realidad. He aquí el tema fetiche del grupo de George Clinton, gurú del autodenominado p-funk (variante del funk con imaginería galáctica y derivas psicodélicas), que en directo podía derivar en delirantes versiones de un cuarto de hora o más.

 

‘Stayin’ alive’, Bee Gees (1977)

 



El trofeo de la era disco desliza un fondo menos lúdico de lo que parece: la canción refleja las ansias de sobrevivir en el estrés y la competitividad de la ciudad de Nueva York. Aquí, la danza se asocia a la vida nocturna, un espacio en el que es posible vislumbrar una excitación y un futuro inapreciables en las duras franjas diurnas. Canto en falsete contra la alienación y sobre el poder emancipador de la pista de baile.

 

 

'Zombie', Fela Kuti (1977)

Bailar para exorcizar la rabia y la protesta política: estos 12 minutos de arrolladora base ‘funky’ sirven a la denuncia de Fela Kuti, padre del género 'afrobeat', del régimen militar impuesto en Nigeria en los 70. Los ‘zombies’ son los soldados, retratados como muertos vivientes ajenos al razonamiento. El tema los enfureció y respondieron arrasando la comunidad creada por el músico, la Kalakuta Republic, y asesinando, entre otros, a su madre, la educadora y activista Funmilayo Ransome-Kuti.

‘Estoy bailando’, Hermanas Goggi (1979)

 



Las romanas Daniela y Loretta Goggi practicaron su adelantado empoderamiento femenino a ritmo italo-disco, paladeando sus rimas despechadas: “me bebo tu Coca-Cola / y dejo el vaso vacío / Y sigo bailando sola / o con cualquier ligue mío”. La pista de la discoteca es el teatro liberador en el que se puede ser uno mismo, ajeno a las miserias terrenales, “bailando como sonámbula que no despertará”. La canción tuvo otras vibrantes vidas en las voces de Las Trillizas de Oro y, muchos años después, Fangoria.

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‘It’s alright’, Pet Shop Boys (1989)

 



¿Es posible y razonable bailar una canción con rimas sobre la guerra de Afganistán, el apartheid de Sudáfrica y la deforestación planetaria? Pet Shop Boys demostraron que sí en este tema (original del pionero del house Sterling Void), en el que invitaban a la celebración colectiva de la música como expiación frente a las tensiones globales. Sonará ingenuo, quizá frívolo, pero es difícil resistirse a su dinámica euforizante.

‘Freedom! ‘90’, George Michael (1990)

 



Danza liberadora, la que ofició el divo británico en este tema destinado a proclamar su ruptura con el estigma de ídolo-pop-títere-de-la-industria (con el subtexto de su salida del armario gay, si bien eso no se percibió hasta ocho años después, cuando hizo pública su homosexualidad). Sacrificando su proyección, se ausentó del videoclip cediendo el foco a modelos como Naomi Campbell y Linda Evangelista. En 1996, Robbie Williams adaptó el tema para celebrar su salida de Take That.

‘Mambo no. 5 (a little bit of)’, Lou Bega (1999)

La diversión, sin más, es la (legítima) gasolina de este prodigioso número 1 mundial: canción basada en el mambo de Pérez Prado de 1949, se ha bailado en los clubs más modernos por obra y gracia del alemán, con ancestros italianos y ugandeses, David Lubega. Todo un sátiro que se deleitaba vacilándonos con sus lances con Angela, Pamela, Sandra, Rita, Tina, Monica, Mary y Jessica, amistades mencionadas en la canción.

 

‘Single ladies (Put a ring on it)’, Beyoncé (2008)

Esta nerviosa pieza r’n’b se ha erigido en himno de reafirmación de las mujeres solteras y una crítica a la alergia al compromiso de los caballeros. Pero la letra ha generado lecturas críticas, también desde el feminismo, ya que la protagonista restriega a su ex su nueva conquista (en lugar de lucir la cacareada soltería) y le reprocha no haber sabido “poner un anillo” en su día para sellar la unión. 

‘IDGAF’, Dua Lipa (2017) 




Ni olvido ni perdón para la infidelidad: “I don’t give a fuck” (“me importa una mierda”), replica ella ante el espectáculo de su exnovio arrodillándose por una segunda oportunidad y recordándole lo importante que sigue siendo para él. Pop-funk de trazo seco para reafirmar el sentido de la autoestima sin dejar de bailar. 

‘Supercut’, Lorde (2017)




Atención a la categoría de las “canciones para bailar llorando”: ahí brilla este ‘must’ electro-pop de la cantante neozelandesa, un tema que refleja la nostalgia y la mezcla de emociones tras el fundido de una relación. La cohabitación del trasfondo triste con el galopante ritmo sintético produce un efecto turbador, envuelto aquí en recuerdos íntimos (“éramos salvajes y fluorescentes”). Conclusión: verter lágrimas sobre la pista de baile es posible (y reparador).