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De salón del trono a hemiciclo democrático

Domingo no se elige quién presidirá Catalunya, sino quién representará a la ciudadanía en el Parlament. Serán esas 135 personas las encargadas de hacer la elección. Y lo harán en un edificio con tres siglos de historia.

Edificio del Parlament de Catalunya.

Edificio del Parlament de Catalunya.

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Xavier Carmaniu Mainadé
Xavier Carmaniu Mainadé

Historiador

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Esta medianoche se bajará el telón de la campaña electoral y domingo –quien quiera y pueda– escogerá el partido que más le plazca (o menos le incomode). En juego hay 135 butacas de terciopelo rojo en el edificio del Parlament, situado en el parque de la Ciutadella de Barcelona. Un lugar cargado de simbolismo, que conecta directamente con la Guerra de Sucesión de 1714.

Cuando las tropas borbónicas lograron vencer la resistencia barcelonesa tras meses de asedio, Felipe V quiso dejar bien claro a los catalanes que su victoria era inapelable. Por esta razón mandó levantar una fortaleza en el Born, el corazón económico de la ciudad. Los historiadores han demostrado que no había ninguna necesidad de construirla allí si lo que realmente se pretendía era proteger a la población barcelonesa de posibles ataques exteriores. Pero es que el complejo militar no era de defensa sino de vigilancia.

Las autoridades locales lo tuvieron siempre presente y muy pronto ya comenzaron a pedir su derribo. Lo plantearon sin éxito en cuatro ocasiones: 1794, 1840, 1845 y 1862. Tuvieron más suerte a la quinta. Aprovechando el ambiente progresista que se vivía en España en 1868, a raíz de la revolución liderada por Prim y que había expulsado a Isabel II del trono, las Cortes de Madrid aprobaron la cesión de los terrenos al ayuntamiento. Eso sí, con la condición de que el consistorio se hiciera cargo de los gastos del derribo, se comprometiera a destinar el nuevo espacio a parques y jardines y asumiera el coste de la construcción de nuevos cuarteles militares. Pero como ocurre siempre en este país, después de una gran ceremonia llena de solemnidad, ministros y políticos locales, la realización del proyecto se convirtió en una olla de grillos. No se ponían de acuerdo en quién lo había de diseñar ni de dónde tenía que salir el dinero de una operación muy cara. Y por si fuera poco, los herederos de los antiguos propietarios de los terrenos expropiados por Felipe V reclamaron la titularidad vía judicial.

El ayuntamiento no dio el impulso definitivo a la ordenación de la zona hasta el 1880, cuando se empezó a perfilar la idea de que aquel sería el lugar idóneo para acoger la Exposición Universal de 1888. Y en todo ese lío, que otro día explicaremos con más detalle, el arsenal de la Ciutadella sobrevivió al pico ya la pala. De hecho, el comité organizador de la muestra decidió reformar el edificio para convertirlo en residencia oficial para la familia real. Se pretendía que, una vez pasado el evento, el arsenal se convirtiera en el Palacio Real de Barcelona. Como sus majestades no tenían demasiado tirón a visitar la capital catalana, a partir de 1902 el espacio se transformó en la sede del Museo de Arte Decorativo y Arqueológico, bajo la supervisión de Josep Puig i Cadafalch.

Otra vez cuartel

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Cuando en 1931 se proclamó la Segunda República y se concedió el Estatut d’Autonomia a Catalunya, se escogió este lugar para ubicar la cámara legislativa que debía regirla. Ironías de la historia, el actual hemiciclo era el espacio que ocupaba el Salón del Trono. La alegría duró poco porque la dictadura de 1939 abolió las instituciones propias y si Felipe V había construido la Ciutadella en el Born, Franco convirtió el Parlament en cuartel militar. A partir de 1945, el Ejército abandonó el espacio, y allí se ubicó el Museo de Arte Moderno.

Aunque el edificio perdió sus funciones democráticas, sus últimos inquilinos que habían sido escogidos por la ciudadanía hicieron lo imposible por mantener la institución viva en el exilio. La mayoría fueron a parar a México, donde durante una reunión celebrada en 1954 eligieron presidente de la Generalitat a Josep Tarradellas. A partir de aquí la historia ya es conocida. En 1979 Catalunya volvió a ser autónoma y en 1980 se celebraron elecciones al Parlament por primera vez desde los años treinta. Las del domingo servirán para elegir a nuestros representantes en la XIII legislatura desde entonces.

Jaume Giménez Serra

Cuando en 1980 reabrió el Parlament, se vivieron momentos de mucha emotividad, con la presencia de diputados de la República. Además, para poner de manifiesto la continuidad con aquella etapa, el encargado de abrir las puertas del edificio fue el ordenanza Jaume Giménez Serra, que era quien las había cerrado en 1938, cuando se celebró la última sesión antes de la retirada.

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