La campaña Entre todos

Los protagonistas: la pandemia y el conflicto catalán

Un votante deposita la papeleta en la urna.

Un votante deposita la papeleta en la urna. / ELISENDA PONS

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Los lectores de EL PERIÓDICO siguen haciendo llegar sus opiniones y denuncias en relación a las elecciones al Parlament que se celebrarán en domingo 14 a través de la sección de participación Entre todos. Y la pandemia es, como no podía ser de otro modo, la gran protagonista. Especialmente en cuanto al tema organizativo, ya que, nunca como en esta ocasión, la obligación de formar parte de una mesa electoral había recibido tanto rechazo por los peligros que conlleva. En el caso de la lectora Silvia Lazausa se debe al derecho que tiene a renunciar por una discapacidad auditiva y la falta de respuesta debida a los estrictos protocolos impuestos en las administraciones. Begoña Ruiz, por su parte, aprovecha las grietas del sistema sanitario, educativo y asistencial catalán que el coronavirus ha evidenciado para arremeter contra el 'Govern' independentista. Otro gran protagonista de estas elecciones es el conflicto catalán. Albert C. hace una reflexión sobre la necesidad de un referéndum de autodeterminación en el que, asegura, el PSOE/PSC cree, pero no apoya.

"Tengo una discapacidad auditiva y no responden a mi solicitud de renuncia a estar en una mesa electoral"

Silvia Lasauza Julve / Barcelona

El pasado día 26 de enero recibí en mi domicilio una notificación para formar parte de una mesa electoral como vocal 2. Al tener una discapacidad auditiva reconocida por la Generalitat y a que con el uso de las mascarillas las personas que nos apoyamos en la lectura labial se nos ha dificultado enormemente la comunicación, viendo el panorama de tener que estar en una mesa durante muchas horas con estas dificultades añadidas, envié un correo que en la notificación se indicaba para renuncias justificadas.

Expuse mis circunstancias y confié en una respuesta por su parte. Pasados cinco días insistí nuevamente aportando los certificados correspondientes de mi discapacidad, de nuevo sin contestación alguna. Un familiar mío lleva dos días intentando contactar por teléfono, pero comunican permanentemente.

No puedo ir en persona al domicilio de renuncias, pues dicen que por el tema del covid-19 no atienden presencialmente. Eso sí que es ya el colmo...Ellos sí pueden evitar la interacción con otras personas por la pandemia, en cambio las personas convocadas a las mesas no tienen este derecho.

Leo hoy el BOE sobre la Junta Electoral y pone claramente que las personas con una discapacidad cualquiera que sea el grado están exentas de esta obligación.

Me encuentro totalmente indefensa, sin respuestas y preocupada por no saber qué debo hacer el domingo 14 para evitar multas y problemas, que eso seguro que lo hacen al momento...

Luego ves la propaganda electoral que te prometen el oro y el moro, y en realidad les importas un pepino...

"La pandemia ha dejado la realidad de un mal gobierno de años al desnudo"

Begoña Ruiz / L'Hospitalet de Llobregat

Llegó la pandemia y nos olvidamos de la independencia, del 'procés', del Consell de la República, de Waterloo y del referéndum. De todo lo que hasta entonces y durante los últimos años se había considerado el asunto principal, urgente, inapelable… O eso es lo que nos decían desde TV-3 a todas horas. Resultó sorprendente que aquello tan importante y vital para Catalunya hasta entonces quedara borrado prácticamente de un plumazo por el coronavirus.

Pero entonces descubrimos qué realidad se ocultaba debajo. Y resultó ser una sanidad recortada brutalmente a lo largo de la última década. Unos sanitarios con unas condiciones laborales precarias. Unas residencias sin control y con carencias de todo tipo sufridas por los mayores que allí vivían. Una educación pública con pocos recursos y enormes dificultades para adaptarse a las clases 'online'… Es decir, un estado de lo público, de lo de todos ( salud, educación, atención a los mayores), penoso y desatendido durante años de recortes y soflamas independentistas.

La pandemia ha dejado la realidad de un mal gobierno de años al desnudo. No ha habido banderas, lazos ni manifestaciones del 11-S capaces de taparla. Solo espero que a la hora de votar pensemos de verdad qué nos conviene esta vez.

"Convocar un referéndum en Catalunya es una cuestión de valentía, madurez democrática y voluntad política"

Albert C. / Barcelona

A menudo se habla de la estrategia de unilateralidad de parte del independentismo, pero nunca del inmovilismo unilateral en el que se han instalado los gobiernos de España. En los últimos 10 años, no ha habido ni una sola propuesta por parte del Gobierno central de turno que dé salida al conflicto catalán.

Según todos los datos disponibles más del 75% de catalanes creen que deberían poder decidir su encaje en España. Por otro lado, la propia Constitución, en su artículo 2, considera Catalunya como una nación. Cuando un porcentaje tan elevado de una nación quiere poder decidir su futuro, ¿no debería la democracia prevalecer y adaptar cualquier norma para dar cabida a ese legítimo anhelo?

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Sin ir más lejos, el PSC llevaba hasta 2012 en su propio programa electoral el derecho a decidir de los catalanes, ya que lo consideraban la solución legítima, justa y democrática. Es más, incluso el PSOE, en su Congreso de Suresnes de 1974 aprobó que "la definitiva solución del problema de las nacionalidades que integran el Estado español parte indefectiblemente del pleno reconocimiento del derecho de autodeterminación de las mismas…”. La única propuesta actual parece ser la de pasar página. Tengo la sensación de que, a pesar de que probablemente siguen considerando el referéndum como la salida legítima y democrática para Catalunya, no tienen ninguna intención de apoyarla, porque ya disponen del resultado que supondría la victoria del 'no' y así, de paso, evitan el riesgo de una posible victoria del 'sí'.

A pesar de ser realidades distintas, ni Reino Unido ni Canadá optaron por agarrarse eternamente a la excusa de la legalidad para evitar el referéndum, dejando claro que solucionar el conflicto y evitar que se cronifique eternamente no es una cuestión de legalidad, sino de valentía, madurez democrática y voluntad política.