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Marta Grifell: «'¡Oh, una mujer disc jockey!', me decían»

Alias DJ Mamayé, fue una de las primeras mujeres disyoqueis en Barcelona, residente en la Sala Apolo

La pionera Marta Grifell, en Barcelona.

La pionera Marta Grifell, en Barcelona. / ÁLVARO MONGE

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Manuel Arenas
Manuel Arenas

Redactor y coordinador del equipo de información del área metropolitana de Barcelona

Especialista en historias locales, audiencias e información del área metropolitana de Barcelona y reporterismo social

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Cuando Marta Grifell (Barcelona, 1971) empezó a pinchar discos hace treinta años, todo esto era campo. Apenas había mujeres disyoqueis (DJ) en las salas de Barcelona, y las poquísimas que pinchaban no solían ser residentes. Grifell, alias DJ Mamayé, se inició casi por casualiad y acabó reventando la noche de los miércoles en la Sala Apolo con la sesión 'Caníbal Sound System', que lleva su sello de mestizaje callejero.

-Tenía 17 años. ¿Por qué disyóquey?

-A finales de los 80 me encantaba la música y bailar. Como no tenía un duro, escuchaba los discos de mis hermanas e iba mucho a un local de Mataró, El Liguero de Marta, pues mi novio trabajaba en la barra. El DJ de allí se fue y yo, no me preguntes por qué, les pregunté si podía ponerme hasta que encontraran a otro. Como estaban tan colgados, me dijeron que sí.

-Y no tenía ni idea, claro.

-No había pinchado en mi vida, pero me gustaba tanto la música que funcionó: la discoteca acabó siendo un éxito. Tenía muchas ganas de fiesta y eso se transmitía.

-Debía haber muy pocas mujeres pinchando por entonces.

-Que yo recuerde, unas tres o cuatro y no eran residentes. Recuerdo estar trabajando y que mucha gente me dijera: "¡Oh, una mujer disc jockey!". Me molestaba mucho cuando otras mujeres me miraban mal. Era otra época.

-¿Se lo decían a usted personalmente?

-Sí, sí. Muchísimas veces. Y hasta no hace tanto, eh. Es un clásico que en todos los sitios que trabajaba en cabina vinieran a pedirme a mí las copas y las canciones al chico de la barra. Ahora tengo un bar, La Sonora de Gràcia, donde alguna vez han venido del rollo: "Oye, dile a tu jefe...". No, no, ¡es que la jefa soy yo! (ríe). También he vivido los típicos comentarios de "hoy pinchas mal porque tienes la regla" u "hoy pinchas mal porque vas mal follada". Siempre solía ir a trabajar con zapatillas cómodas por si tenía que salir corriendo a las tantas de la mañana.

-¿Ha percibido un cambio a mejor?

-Sí, ahora la cosa está más normalizada y hay muchas más mujeres que pinchan, aunque sigue siendo un mundo de hombres y sexista. El problema es que hoy siguen faltando referentes mujeres DJ, consecuencia de los clichés: en el mundo de la música, la mujer siempre es la guapa del vídeo.

-¿En qué discotecas ha pinchado?

-En muchas, pero como residente, principalmente en El Liguero de Marta, Sabana, Bikini, El Penúltimo del Born, Mundo Caníbal de Cerdanyola, Salamandra, Tarantos y Apolo, donde estuve unos 10 años los miércoles hasta el año 2016.

-¿Apolo fue la más importante?

-Actualmente sí, pero, cuando abrió, Bikini era la sala más famosa. Aunque en Apolo ya había pinchado alguna mujer, yo fui la primera DJ residente fija allí.

-Hábleme del 'Caníbal Sound System'.

-En El Penúltimo del Born, otra disyóquey ya pinchaba ese tipo de música. Yo seguí con el estilo, sobre todo en el Mundo Caníbal de Cerdanyola, que apostó mucho por el mestizaje. Tuvo tanto éxito que el Apolo propuso acoger la sesión los miércoles.

-Y lo reventó.

-Al principio yo pensaba: "¿Quién coño sale un miércoles en Barcelona a una discoteca tan grande?". Costó un poco, pero fue una bomba: era exagerado cómo se llenaba. Los principios de los 2000 fue una época de mestizaje, con mucha mezcla de culturas; sonaban Muchachito, Ojos de Brujo, Macaco, Orishas...fue la primera sesión que funcionó entre semana, luego llegaría el 'Nasty Mondays'.

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