Francesc Marzo: "Cuanto más escribo, más cerca estoy del abismo"

Poeta, lo que escribe no es ajeno a su condición de autista: a su particular manera de ver el mundo

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«Cuanto más escribo, más cerca estoy del abismo»_MEDIA_1 / ricard fadrique

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Mauricio Bernal

-Me pregunto si se siente a gusto concediendo entrevistas.

-Bueno. Por una parte es grato.

-¿Si?

-Sí. Es una manera de que te valoren. Pero por otro lado, es cierto que me viene un poco grande. No estoy acostumbrado a estas cosas. Y además, hablo mucho.

-¿Habla mucho? ¿Qué quiere decir?

-Que me abro de una manera peligrosa. No tengo los mecanismos que tienen los demás para controlar lo que dicen y lo que no dicen. No tengo filtros, me muestro tal como soy, y eso tiene un riesgo. No voy con las máscaras que lleva la gente por ahí.

-¿Quiere pensárselo mejor?

-No, ya lo he pensado. También se trata un poco de romper estigmas. Siempre cuesta dar voz a las personas con mi condición.

Francesc Marzo tiene 29 años, es poeta y sufre de autismo en su versión síndrome de asperger. Fue plenamente diagnosticado hace solo cinco años, que es más o menos el tiempo que lleva dedicado a escribir. (“Dígame, ¿por qué empezó a escribir?” “Por necesidad. Fue un momento en que estuve cerca del suicidio”). Su dedicación a la escritura ha resultado en tres libros publicados, el tercero de ellos un volumen de poemas recientemente aparecido: 'Oxímoron' (Sirena de los vientos).

-Quiere decir que su escritura es producto de una crisis.

-Sí, fue una época difícil, ingresé varias veces en el hospital. Creo que eso hizo brotar algo que yo llevaba adentro de manera innata, pero que no había podido expresar.

-¿A qué se refiere?

-A la no comprensión de lo que hago yo en el mundo. Pero mire, yo estoy en crisis siempre, estoy cayendo al abismo constantemente. Eso hace que los pensamientos creativos fluyan de manera más viva.

-No es agradable estar siempre en crisis.

-No lo es. Hace que fluyan los pensamientos creativos, pero al mismo tiempo hace que yo siempre esté a punto de irme.

-¿Irse?

-De morir.

-No creo que el suyo sea el caso manido del que escribe como desahogo.

-Rotundamente no. De hecho, cuanto más escribo, más cerca estoy del abismo, porque me conecto con lo más esencial de mí mismo, y eso evidentemente produce vértigo. Te desnudas tanto que llegas a tocar lo que en principio no deberías tocar, y si no tienes la fuerza mental para soportarlo, te puede conducir a la muerte.

-¿Por qué es tan productiva su crisis permanente?

-Porque me pone en contacto con cosas mías que de otro modo no tocaría. No me niego a esos estados. Dejo que me invadan.

-Pero luego hay que expresar todo eso. No es fácil.

-Ah. Es que yo no me uno con el lenguaje. Yo soy el lenguaje. El hecho de ser tan impulsivo, tan emocional, de vivir las cosas de una manera tan extrema, todo eso se ve en la escritura que hago.

-Me llama la atención ver la palabra autismo en la portada.

-Es que este libro es un antes y un después, a nivel literario y a nivel humano. A mí me ha costado aceptar esta condición mía, incorporarla como una parte de mí. Pero hoy ya puedo decir: ‘Soy así, qué pasa’.

-Quiere decir que uno de los atributos de este libro es la sinceridad.

-Sí, es un libro más auténtico, es más yo. Representa una búsqueda del lenguaje al servicio de mi manera de ver el mundo.

-¿Y los que publicó antes?

-La literatura es un proceso. Este libro sin los anteriores es imposible que hubiera existido. Los otros dos eran el comienzo del despertar.

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-Leo en la solapa que además de escribir estudia filosofía, música, matemáticas, física y química.

-Sí. Al fin y al cabo estoy en una búsqueda de la esencia de las cosas. Me interesa hacerlo desde todos los ámbitos.