EL RADAR

Jaque al plasma

Después de años instalados en el 'ellos' y el 'nosotros' es momento para los ciudadanos de pasar de las palabras a los votos

En la conversación pública, el bipartidismo murió sepultado entre el paro, las preferentes y los SMS de Bárcenas

Mariano Rajoy se dirige a los periodistas a través de un televisor de plasma después de la  Junta Directiva Nacional del Partido Popular en abril de este año.

Mariano Rajoy se dirige a los periodistas a través de un televisor de plasma después de la  Junta Directiva Nacional del Partido Popular en abril de este año. / JOSE LUIS ROCA

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Joan Cañete Bayle
Joan Cañete Bayle

Subdirector de EL PERIÓDICO.

Especialista en Internacional, Transformación Digital, Política, Sociedad, Información Local, Análisis de Audiencias

Escribe desde España, Estados Unidos, Israel, Palestina, Oriente Medio

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Si hubiera que reducir a una imagen esta legislatura por la que se van a pasar cuentas el 20-D (que eso, una herramienta para rendir cuentas, es lo que también son unas elecciones), yo me debatiría entre la de Celia Villalobos jugando al ‘candy crush’ en el Congreso y la de Mariano Rajoy encaramado a su televisor de plasma. Al final ganaría Rajoy, por galones y porque la suya es una versión de hoy de la torre de marfil en la que quienes cuentan con algún tipo de poder (no solo los políticos) tienen la tendencia de recluirse.

Rajoy en su plasma no solo simboliza su política comunicativa, su acción de gobierno y su concepto del respeto a la prensa y a la opinión pública (que también), sino que es una metáfora perfecta de lo que en la conversación política hoy se llama “vieja política”. Sumemos a la foto-de-Rajoy-en-plasmaRajoy la de Rajoy-jugando-al-dominó-con-unos-jubiladosRajoy y tendremos resumido en tamaño tuit el concepto que tiene de la ciudadanía la maquinaria partidista tradicionaldesdén durante cuatro años, cercanía impostada cuando llega la hora de pedir el voto. No es una cuestión solo de PP: el PSOE no se comunicará a través del plasma (por la cuenta que les trae, visto lo visto), pero tiene innumerables partidas de dominó con jubilados, ya que en cultura, usos y costumbres es un partido tan de vieja política como el PP, por mucho que Pedro Sánchez haya desterrado en los debates el usted en beneficio del tú.

Estos años de Gobierno del PP han sido, en términos de conversación ciudadana, los del eje ellos (los políticos, los medios de comunicación, los empresarios, los bancos, el establishment, los culpables de la crisis, el 1%) y nosotros (los ciudadanos, el pueblo, el 99%, las víctimas de la crisis). Al amparo de este eje han entrado los otros grandes temas de conversación, que se pueden resumir en las causas y consecuencias de la crisis de crisis (económica, social, política, institucional, desde las preferentes hasta la abdicación de Juan Carlos I pasando por la fuga de jóvenes cerebros) que han convergido en España en estos cuatro años (en Catalunya, todo ha sido aún más complejo con la entrada en la ecuación de forma transversal del proceso soberanista).

De la fuerza de este eje dan fe los resultados electorales de este año (Ada Colau, Manuela Carmena, las mareas, la CUP…) y lo que auguran las encuestas que sucederá el 20-D al menos en votos (en escaños, ley electoral mediante, ya veremos), con la aparición de dos nuevos partidos, Podemos Ciudadanos, que rompen el bipartidismo y, por tanto, el sistema de partidos tal y como lo hemos conocido desde la Transición.Transición Que tal vez uno de los viejos partidos acabe ganando las elecciones no invalida que del 20-D saldrá un sistema partidista muy diferente salvo catastrófico error demoscópico que la conversación ciudadana de estos cuatro años no permite ni mucho menos intuir. En esto, las encuestas, el olfato de los partidos y la conversación ciudadana coinciden: al bipartidismo tal y como lo conocíamos le quedan quince días.

Hay por tanto, un clarísimo jaque al plasma. El jaque mate sería que Podemos y Ciudadanos Podemos Ciudadanos sean tan nuevos como dicen ser y ni el PP ni el PSOE gobernaran, y ese está por ver (con todas las cautelas que hay que tener a la hora de hacer predicciones en un debate político tan incierto como el actual). Lo que sí puede afirmarse es que ha llegado el momento de la ciudadanía que lleva cuatro años pagando las facturas de la crisis de crisis del sistema económico, político e institucional de España. Una ciudadanía que ya no se organiza ni se comunica en vertical sino en horizontal; que tiene una mayor oferta de candidatos de la que había tenido hasta ahora; que dice haber aprendido de los errores y los excesos y los abusos que crecieron a la sombra de la famosa burbuja del ladrillo; que se considera más y mejor informada; que se dice harta escéptica desafecta; que llegó a la conclusión que lo que sucedió no fue una crisis, sino una estafa en la que muchos pagaron la avaricia y el desatino de unos pocos.

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Para esto ciudadanos, miles de los cuales llevan cuatro años planteando un jaque al plasma en las cartas que nos envían a Entre Todos, en las redes sociales, en las plazas y en la calles, ha llegado el momento de pasar de las palabras al voto. Ahí, en las urnas, veremos el 20-D qué España quieren sus ciudadanos. 

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