EL RADAR

Vivir rodeados de miedo

El miedo es uno de los principales temas en la conversacón pública desde antes de los atentados de París

Al amparo del discurso del temor crecen discursos xenófobos y populistas contra los que hay que estar alerta

Agentes de policía vigilan los alrededores del Camp Nou.

Agentes de policía vigilan los alrededores del Camp Nou. / ARCHIVO / FERRAN NADEU

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Joan Cañete Bayle
Joan Cañete Bayle

Subdirector de EL PERIÓDICO.

Especialista en Internacional, Transformación Digital, Política, Sociedad, Información Local, Análisis de Audiencias

Escribe desde España, Estados Unidos, Israel, Palestina, Oriente Medio

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Estamos hablando mucho de miedo en Entre Todos, sin duda signo de los tiempos. No es solo por los atentados de París, sino que hace tiempo que mucha gente vive instalada en un sentimiento de miedo: temor a perder el trabajo, temor a no llegar a cobrar la jubilación, temor a que la pensión sea una miseria, temor a un recorte de sueldo, temor a dejarles a los hijos un mundo peor, temor a caer enfermo y acabar en una lista de espera sin fin, temor a que tanto esfuerzo, tanto estudiar, tantos codos y tanta inversión acabe con un sueldo precario o con un billete solo de ida al extranjero, convertido en un cerebro a la fuga... "En los últimos días entre mi grupo de amigos solo se habla de lo mismo, los atentados en París, los bombardeos de Francia a Siria, la  guerra en Siria, los islamistas... (...) Al ver tantas desgracias juntas y tantas acciones bélicas se está extendiendo entre la población el miedo y, lo  siento, pero no puedo vivir con miedo", escribió Eudald Fabres, estudiante de Barcelona.

De miedo, y de una de sus consecuencias, la islamofobia, hablaba Ariadna Morales en una carta que se hizo viral durante la semanaAriadna contaba cómo vio en el metro que los pasajeros se alejaban de un pasajero al que tomaron por musulmán porque iba tocado con un turbante (no es esta una prenda, por cierto, que suelan llevar los musulmanes). A Ariadna, Javier Mora, programador de Barcelona, y Juan Bautista Martínez, jubilado de Cunit, entre otros, le respondieron  con el mismo argumento, que no es islamofobia, sino puro miedo: "La gente tiene miedo de unas características determinadas. (...) No todos son terroristas, de acuerdo, pero el miedo es libre", escribía Juan Bautista.

No le respondía, pero podría haberlo hecho, Lamia Souilah Tyal, licenciada en Filología Hispánica, que en su carta titulada Quiero ser profesora sin quitarme mi ‘hijab’ denunciaba que en las entrevistas de trabajo a las que va con su pañuelo en la cabeza se topa con "la mirada incrédula en los ojos del otro". Y escribía: "Vuelvo a casa cabizbaja, con el corazón afligido y las lágrimas a  punto de descomponerse. Creía que solo era una ilusión, así lo creía.  Pero no. A mí me tocó vivir en una sociedad miedica para con lo desconocido. Una sociedad que se ahoga en los yugos de la ignorancia. Porque no indaga. No porque no haya información, sino porque que no le da la  gana de enterarse". ¿Islamofobia, miedo o ignorancia?

LOS CASOS INVERSOS

Yusra El Kasmy, estudiante de Mataró, empezaba su carta admitiendo que hay islamofobia y discursos del odio, pero que a diario también se dan los casos inversos: "Se nos olvida agradecer a los compañeros de la universidad o a aquellos grandes amigos que toman contigo un café para preguntarte qué es lo que realmente predica el Islam y por qué Daesh no nos representa. (...) Hay tantas personas a las que agradecer su apoyo y comprensión hacia los musulmanes convertidos también en víctimas del fanatismo enfermizo y del culto al odio".

En su carta, Yusra citaba a los discursos de "algunos políticos (...) que deberían darnos miedo". Estos discursos se basan sobre todo en ese miedo que decíamos que campa desde hace mucho tiempo: miedo al otro, al diferente, al paro, a perderlo todo de golpe. Es el discurso, por ejemplo, de Marie Le Pen que tanto tiene que ver (más la cercanía de unas elecciones) en la reacción tan a lo George W. Bush que ha tenido Françoise Hollande tras el 13-N.

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Por palabra o por acción, el discurso público está lleno de miedo. En una carta desde BruselasMariola Sarrió explicaba que había más miedo en los medios, las redes y los discursos que en la calle d la capital belga, paralizada durante varios días por la amenaza yihadista. "Me gustaría que el primer ministro fuera un poco más claro y explicara de dónde ha sacado esa información que le hace estar tan seguro de un posible ataque", escribía Mariola. Es una pregunta muy pertinente, porque el miedo puede ser libre natural, pero como ciudadanos no deberíamos permitir que anule nuestra capacidad crítica con nosotros y con quienes nos gobiernan.

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