VERANO A LA FRESCA

Al calor de la plaza

El entorno, el sabor, la solera y el 'caliu' se dan la mano en algunos tranquilos veladores que son una referencia en sus barrios, no solo en verano

EL SORTIDOR  DE LA FILOMENA En un local  con historia.

EL SORTIDOR DE LA FILOMENA En un local con historia. / JORDI COTRINA / FERRAN NADEU

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PATRICIA CASTÁN / BARCELONA

El terraceo supremo no siempre precisa de vistas o perifollos. Para el placentero ritual bastan un entorno con encanto, una oferta de tragos y platos certera o un trato cordial que invite a pasar las horas. Las tres sugerencias de hoy coinciden en ese diagnóstico pero destacan por ubicarse en placitas con un plus de carácter de barrio y en locales con solera.

En la plaza de la Barceloneta, L'Òstia es un negocio reciente (2012) pero no casual. Jaume Muedra decidió volver en familia a los orígenes e instalarse a unos metros del bar del abuelo, donde su madre, Pepi, sirvió infinidad de bombas de carne y otras catas adictivas. Llamaron a su ilusión L'Òstia, en alusión al barrio, pero que también hace honor al que se da un homenaje de tapas, tanto en versión imperecedera y marinera, como con toques 2.0 que la convierten en taberna gastronómica. En verano, la terraza se erige en su tentáculo más preciado, en una coqueta y agradable plaza que el trajín turístico no ha pervertido.

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También tiende un lazo al pasado la nueva etapa de El Sortidor de la Filomena Pagès, en plena plaza del Sortidor del Poble Sec, zona que ha dejado atrás periodos agitados y ahora es punto de encuentro ciudadano en un barrio de moda. Aquí llegaron hace unos meses tres socios que se enamoraron del centenario El Sortidor, que aún conserva la nevera que aprovisionaba de hielo a familias del entorno e impagables detalles modernistas que han potenciado, donde recrear la vista entre bocados. Filomena era el nombre de la abuela de Lídia Aymar, nueva copropietaria, que facilitó suministros a muchos maquis y vecinos durante los rigores de la posguerra. El nombre homenajea esas ganas de dar de comer, que se traducen en platos y tapas para compartir, receta tradicional y guiso, con creatividad y tino en el montaje, a cargo del socio y chef David Sanmartin, y precios anticrisis. Marc Fité, gestionando la sala y terraza cierra este proyecto con memoria histórica en que el bar abre sus portaladas a la plaza y se conecta con una pequeña terraza siempre animada para una buena charla, vermut o ágape.

En Les Corts, una minúscula plaza (del Carmen) que cruza la calle de Morales esconde una relajada y romántica terraza, la del restaurante La Tertúlia, sin apenas tráfico en la zona y abierta los 365 días. En invierno se caldea con estufas y confesiones entre platos. Pero en verano alcanza el esplendor cada noche, cuando el edificio, de un siglo de vida e interiorismo rústico y cálido, pasa a segundo plano en pos del concurrido velador. Allí van que vuelan sus arroces, especialidad del grupo Xàtiva, potentes aperitivos, carnes, guisos y pescados frescos... pero también es cita vermutera de fin de semana y afterwork al caer la tarde.