el mercado laboral

Precariedad al alza

Esteve Gràcia. Corrector y redactor. Autónomo a su pesar, denuncia el abuso sobre los trabajadores por cuenta propia

Esteve Gràcia, en el despacho de su casa donde trabaja.

Esteve Gràcia, en el despacho de su casa donde trabaja. / ÁLVARO MONGE

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La de Esteve Gràcia (35 años, Barcelona) es la historia de muchos otros en este sistema económico precarizado por la crisis: la del joven en paro que se hace autónomo porque esa es la fórmula que le permite trabajar. En su caso, como traductor, corrector y redactor de contenidos para

Documenta Universitaria, la editorial de la Universitat de Girona, al principio su único cliente y ahora, uno más dentro de una cartera que a menudo no le da para pagar la cuota de autónomos.

Licenciado en Filosofía, Esteve hacía colaboraciones de docencia e investigación con la cátedra Ferrater Mora y con Documenta Universitaria, y trabajaba en diferentes proyectos educativos y sociales vinculados al Pla de l'Estany. Hasta finales del 2012 tenía varias nóminas que le suponían unos ingresos de entre 1.200 y 1.500 euros mensuales. De repente, algunos de los proyectos en marcha cayeron. Al final

del proceso le esperaba el paro.

Dejó Besalú y se fue a vivir a Barcelona, con la esperanza de encontrar una oportunidad laboral. «Hasta para hacer de repartidor me pedían estar dado de alta como autónomo», explica. La oferta de la editorial de la Universitat de Girona le animó a lanzarse. «Si me tenía que hacer autónomo, al menos que fuera para trabajar de lo mío», defiende.

Por ser mayor de 30 años le permitían capitalizar el 60% del total del paro y con el otro 40% pagar las 10 primeras cuotas de autónomo. No se arrepiente, porque dice que en aquel momento era una opción, pero desde entonces sobrevive gracias a los ingresos de su pareja y algunos ahorros. «Hay meses que no ingreso ni para pagar los autónomos» (287 euros), explica. Ha recurrido incluso a dar clases particulares.

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Por eso, a Esteve le indigna que se pueda hacer una lectura positiva del  aumento de jóvenes autónomos. «Si se crean condiciones para que los empresarios precaricen el empleo la gente no tiene más remedio que acogerse a esta fórmula», denuncia. A más autónomos, más precariedad: «He visto auténticas barbaridades, como pagar medio dólar por un artículo de 500 palabras», explica. La otra apuesta, emprender, le parece una falacia: «Te la venden como solución y te animan a lanzarte y cuando lo has hecho, te das cuenta de que es mentira, de que no hay red y estás solo o con otros que también están solos».

Un empresario, según Esteve, tiene capacidad para decidir sobre sus medios de producción. «La mayoría de los autónomos no tenemos más medios de producción que  nosotros mismos. No somos empresarios», sostiene. Ni sueldo fijo, ni derechos, ni vacaciones, solo gastos y el IVA y el IRPF que descontar... «Si yo fuera empresario, también querría trabajadores que me sacaran el trabajo por poco y no me costaran nada», asegura, entre irónico y resignado.  Y aun así, está dispuesto a seguir luchando por lo que apostó.