Queja vecinal en Barcelona

Caos y enojo en el Eixample: una señal de tráfico confusa dirige coches de Borrell a una plaza peatonal

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La indisciplina viaria deteriora los ejes verdes del Eixample

Una furgoneta obedece al pie de la letra la señal y cruza por mitad de la zona peatonal.

Una furgoneta obedece al pie de la letra la señal y cruza por mitad de la zona peatonal. / FERRAN NADEU

Carles Cols

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Un pequeño caos y un mayúsculo enojo ha desencadenado la señal de tráfico que hace solo media semana ha colocado el Ayuntamiento de Barcelona en el eje verde de Borrell, justo antes de llegar en sentido mar a la calle de Consell de Cent. El giro a la izquierda, hasta ahora obligatorio, no siempre respetado, ha sido anulado porque Consell de Cent no tendrá salida durante meses al llegar a Urgell por culpa de las obras de Ferrocarrils. La señal, por lo tanto, obliga a proseguir por Borrell, pero de una manera que desorienta a no pocos conductores, que lo de seguir recto se lo toman al pie de la letra y cruzan por mitad de la zona peatonal de la plaza.

La Associació de Veïns de l’Esquerra de l’Eixample ya ha trasladado su preocupación por lo que, de manera bastante obvia, parece una defectuosa señalización. Por la tardes, por ejemplo, la plaza es lugar de juego de los niños de una escuela preinfantil situada justo al lado. Lo normal, explica un portavoz de la asociación, sería que los vehículos rodearan la plaza como si fuera una rotonda. Lo ideal, añaden, es que, mientras duren las obras de Ferrocarrils, se impidiera a los vehículos acceder a Borrell desde Aragó, salvo a aquellos que tienen como destino un aparcamiento de ese tramo de calle.

Cuatro plazas distintas

De las cuatro plazas que se han generado por el cruce de la intersección de los ejes verdes del Eixample, esta, la de Borrell con Consell de Cent es, junto a la de Girona, la que tiene un urbanismo más diáfano. En Rocafort y Enric Granados, los parterres de vegetación delimitan con suficiente claridad cuál es el espacio exclusivamente peatonal. En Girona no era del todo así en un primer momento y algunos coches llegaron a cruzar por mitad de la plaza, una situación que se resolvió con la colocación de postes protectores. De este modo, el cruce de Borrell ha terminado por ser una excepción urbanística, incluso antes del inicio de las obras de Ferrocarrils que han alterado el tráfico en la zona. La mayor indisciplina hasta la fecha era la de las motos, que en zigzag pasaban entre las sillas y los bancos. Con la nueva señal, los coches realizan maniobras similares, en ocasión a ras de pies de quienes ahí están sentados.

El distrito del Eixample y el área de Mobilitat del Ayuntamiento de Barcelona han recogido la queja formulada por la organización vecinal y trabajen, dicen, con dos metas, mejorar la señalización, por una parte, y por otra reducir al mínimo indispensable el número de vehículos que circulan por ese tramo de Borrell.