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El misterio de la mansión fantasma escondida dentro de una manzana del Eixample

La vivienda, de tres pisos, forma parte de la finca del número 7 de Aribau, y según coinciden los vecinos, era una fábrica de pan

Se accedía a través de un pasaje en el que había un relojero, un electricista y un carpinterio y que fue eliminado para construir un aparcamiento

casa eixample

casa eixample / Ricard Cugat

Carlos Márquez Daniel

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El Eixample está formado por más de 420 manzanas y cada una de ellas tiene su propia historia y origen. También su vida interior, porque ahí dentro, donde Ildefons Cerdà ideó zonas verdes para compensar calles sin apenas vegetación, ha pasado absolutamente de todo y, normalmente, de espaldas a la ciudad. Salta a la vista que prácticamente en ninguna parte (en las últimas décadas se ha recuperado para uso público medio centenar de patios) se respetó el deseo del urbanista, que de hecho diseñó dos laderas de edificios, y no cuatro, para abrir los jardines hacia el exterior. Con el paso de las décadas se fueron instalando almacenes, primero, y aparcamientos después. Pero también terrazas privadas, oficinas, guarderías o apéndices hoteleros. La que analizamos hoy aquí es la que delimitan las calles Diputació y Gran Via en el eje mar montaña, y Aribau y Muntaner, de Besòs a Llobregat. Estamos, para más señas, en el corazón del 'gayxample'. La manzana tiene en su interior una muy peculiar casa de más de 100 años que parece una estropeada ficha de Lego de Star Wars en una figura de Harry Potter. Esta es su historia.

Vaya por delante que la curiosidad nace de un tuit de la cuenta Barcelona Singular, que semanas atrás daba cuenta de la existencia de esta finca abandonada de tres pisos de altura. No hay ningún vecino (quien les escribe ha consultado a una veintena de residentes de entre 30 y 80 años) que recuerde haberla visto habitada. Y tampoco está claro su origen aunque sí su propiedad: forma parte, según el catastro, del número 9 de la calle de Aribau, donde también hay un aparcamiento que es la primera parada de esta expedición. Si hay que hacer caso a lo más coincidente, esto fue hace muchos años una fábrica de pan.

La casa, vista desde el aparcamiento que cortó el pasaje al que se accedía por la calle de Aribau

La casa, vista desde el aparcamiento que cortó el pasaje al que se accedía por la calle de Aribau / Ricard Cugat

En el aparcamiento atiende Gemma Guasch, que junto a su familia, explica, lleva 15 años regentando el parking Romara. Dice que no sabe nada de la casa misteriosa, que siempre ha estado abandonada "y forma parte del paisaje". Al final de la planta de coches que está al nivel de la calle casi puede tocarse la fachada de la mansión fantasma. "Hay una escalera para acceder, pero es muy peligrosa y por eso la tenemos cerrada", indica. Hacia abajo, bajo los cimientos de la propiedad, hay perforadas hasta cuatro alturas. Sin ventanas. "Ni idea de qué hay ahí", añade. ¿Pero por dónde demonios se entraba a la vivienda? Eso lo resolveremos visitando el número 204 de la calle de la Diputació.

Pasaje de los oficios

Ahí está la tienda de frutos secos Parami, una de las marcas de la familia Cortés, especialistas en turrones, horchata y dulces desde hace más de 100 años. Al frente del imperio está ahora la cuarta generación. Guillermo y Ana Cortés son dos de los cuatro hermanos que regentan el negocio y están encantados de hablar de una casa que han visto desde pequeños pero de la que saben muy poca cosa. La pista, sin embargo, la aportan al recordar que ahí existía un pasaje "en el que había un relojero, un carpintero y un electricista". También su empresa tenía un pequeño almacén.

Se accedía por la portería del 9 de Aribau, la del aparcamiento. La cosa va tomando forma, hay que regresar a Aribau. Resulta que al final de ese corredor comercial que daba vida al interior de manzana estaba la enigmática casa. Es decir, que se accedía desde la propiedad privada pero era de concurrencia pública. Y efectivamente, al final de la portería se distingue la que era la puerta del pasaje. En la fachada, por cierto, una placa con el año 1889 inscrito.

El pasaje en el que había un relojero, un electricista y un carpintero. Y al final, la casa de marras

El pasaje en el que había un relojero, un electricista y un carpintero. Y al final, la casa de marras / Carlos Márquez Daniel

Ana y Guillermo crecieron en una vivienda que daba a este gran patio, y de pequeños observaban la mansión, como si formara parte de alguna aventura de 'Los Hollister'. "Nunca vimos movimiento en la casa", dicen. Aquel pequeño pasaje tenía su propia iluminación y quizás, por los servicios que ofrecía al barrio, habría logrado el aprobado de Cerdà. Pero en algún momento entre los años 50 y 60, el acceso se guillotinó para construir el aparcamiento. El pasillo terminó convertido en almacenes, y catalogado de patio, según el catastro. En redes sociales, no han sido pocas las teorías. O las comparaciones, como el recuerdo de la tristísima película 'Up, una aventura de altura', en la que Carl Fredricksen ve cómo su pequeña casita termina rodeada de rascacielos. En el Eixample, sin embargo, no hay Carl que llore por este coqueto inmueble.

¿Y por qué la casa está cortada en diagonal y no sigue la geometría del resto de fincas? Ahí arrojó luz el compañero de EL PERIÓDICO Ernest Alòs: la Barcelona más añeja asoma cuando menos te lo esperas. Resulta que por ahí pasaba el antiguo camino de Sarrià, pues estamos en la zona fuera de murallas, cerca de la puerta de Tallers. Si superponemos el mapa (gracias, Institut Cartogràfic i Geològic de Catalunya) que el ejército francés hizo de Barcelona entre 1823 y 1827 durante la invasión para restaurar la monarquía borbónica con Fernando VII, vemos claramente cómo el camino que subía al pueblo de Sarrià pasaba justo por esa pared, delimitando las parcelas. Este no es un fenómeno exclusivo de esta manzana. Sucede lo mismo en Urgell con València, donde el patio de la escuela Auró también está raramente cortado, y, en menor medida, en Aragó con Casanova.

Interior de manzana cortado en diagonal en Urgell con València que también coincide con el antiguo trazado del camino de Sarrià

Interior de manzana cortado en diagonal en Urgell con València que también coincide con el antiguo trazado del camino de Sarrià / Google

Resulta curioso que solo un par de vecinos tengan alguna pista sobre una cosa tan peculiar. "Supongo que te acabas acostumbrando a ella y la curiosidad desaparece", comparte un residente del 573 de Gran Via que permite echar una ojeada desde la terraza interior de un piso inmenso, regio, de techos altos. Aquí, por cierto, la conserje se llama Pilar y lleva 25 años custodiando la finca. Tampoco sabe nada del asunto, pero sí conoce a todo el mundo. Empezó en esto pensando que sería temporal, justo después de ser madre: "Pero mira, al final van pasando los años y te acomodas". Viene cada día desde Sants y se jubila el año que viene. "Me muero de ganas", admite.

Las confirmaciones

Del 20 de Muntaner sale una pareja de unos 65 años. Con basura para reciclar, carrito de la compra y bolsas de plástico duro. Es día de compra grande en el súper. Ellos no ven la mansión porque el edificio de al lado les tapa la visión. "Pero la conocemos y diría que era una fábrica de pan", concede el marido. Del número 30 sale una de las vecinas que reafirma que ahí se hacía pan, que se lo contó su bisabuelo y los mayores no suelen mentir. Otros dos conserjes molestados, el de Muntaner 24 y el de Gran Via 581, ni idea.

Ahí queda la casa, deshabitada en una ciudad sin pisos, con una demanda muy por encima de la oferta que dispara los precios del alquiler. También están sin uso un par de almacenes inmensos. Y debe pasar lo mismo en infinidad de interiores de manzana. ¿Cambio de usos...? Como en todo, en materia de vivienda vendría bien un poco de imaginación.

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