Obituario comercial

La librería Alibri, 'la Herder' aún para muchos lectores, encara el cierre

El establecimiento, a tres años de ser centenario, ha sido un referente indiscutible en idiomas y filosofía

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A1-158594139.JPG / Álvaro Monge

El Periódico

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Alibri, a la que muchos barceloneses continúan refiriéndose como la Herder, se sumará en breve a la lista de librerías extintas de Barcelona. Los propietarios de este establecimiento no quieren aún dar a conocer ni la fecha ni los motivos de este adiós, justo cuando la tienda está a solo tres años de ser centenaria, pero no es ningún secreto que este es un tipo de negocio, el de la literatura, subsiste ‘amazonado’ de muerte.

La historia de Alibri es, como sucede a menudo con cada cierre de una tienda con pedigrí, un línea de texto indispensable para leer correctamente la historia completa de la ciudad.

Abrió sus puerta en 1925 en Barcelona cuando podía haberlo hecho en Madrid. La editorial alemana Herder, fundada en 1801, descubrió a principios del siglo XX que tenía un fondo bibliográfico en castellano suficientemente amplio como para llenar una librería. Sopesó la familia Herder (aún dueña de la firma, que va ya por la sexta generación) que Madrid podía ser un buen lugar en el que aterrizar en España, pero al final se decantaron por Barcelona.

Los años 30 fueron convulsos para este establecimiento. Fue colectivizado por las autoridades republicanas cuando comenzó la Guerra Civil, comprada por su antiguo gerente cuando salió a subasta y, cuando parecía tener vía libre para crecer en el mercado, el hecho de que fuera una empresa de origen alemán le ocasión problemas con la Comisión Interaliada tras la Segunda Guerra Mundial.

Idiomas y filosofía

Con todo, terminó por convertirse en un referente en la ciudad. La Universitat de Barcelona la certificó como proveedor oficial de parte de su alumnado y, sobre todo, destacó porque en su fondo bibliográfico abundaban las publicaciones en muchas otras lenguas, tantas que a día de hoy es aún el lugar perfecto hasta si se quiere conseguir un manual de lengua de los signos. Un tercio aproximadamente de los libros expuestos en las estanterías están escritos en inglés, francés, italiano y alemán, pero los hay también en lenguas minoritarias probablemente imposibles de localizar en otras tiendas.

Para los ‘herderianos’, esos lectores que paseaban hasta Alibri a pesar de estar en una calle tremendamente ingrata para el peatón, esta librería fue, también, el lugar idóneo para ir en busca de ensayos sobre filosofía. No había tienda mejor surtida en esta especialidad, aunque con los años, no por su culpa, sino por el devenir de los tiempos, esa ha pasado a ser una materia parece que menor.