CUADERNO DE GASTRONOMÍA Y VINOS

A las mariscadas

Casa Dario celebra sus jornadas de cocina gallega con el marisco como protagonista

Abelardo Riazor, con algunos de los productos de Casa Dario.

Abelardo Riazor, con algunos de los productos de Casa Dario.

MIGUEL SEN

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La última tendencia en la ciudad de las tendencias consiste en pasarse las direcciones de los restaurantes más novedosos, cuidando verificar la información, porque en Barcelona el que abre suele cerrar en poco tiempo. Hermosa moda que olvida establecimientos en los que se come muy bien desde hace años, como los 50 que va a cumplir Casa Dario (Consell de Cent, 256).

La aventura del señor Dario Duro y su esposa, Manolita, comenzó en el revolucionario año 68, en forma de una tasca en la que encontraban cobijo los estudiantes y demás fuerzas vivas con residencia en las proximidades de la plaza de la Universitat.

Teresa Blacher, Gran Reserva Brut Nature (23€)

De este periodo arranca su fidelización al producto gallego con pedigrí, pues tanto el señor Dario como Leopoldo Clavería o en la actualidad Abelardo Riazor Duro, han mantenido línea directa con las lonjas en las que se subasta lo mejor del Atlántico. Ostras de Arcade, cigalas de Marín, almejas de Boiro, berberechos de A Guarda y percebes de Cedeira definen una letanía de lo bueno, que hay que leer como quien recita a Rosalía de Castro. De momento faltan los centollos, que necesitarán 15 días para alcanzar el volumen que les impide entrar en las nansas de pulpos y nécoras, pero sí ser capturados por los aparejos centolleros.

Finisterre

Dicho de otra manera, Casa Dario es una bendición, un oasis frente a tanto pulpo mauritano cocinado a la plancha o como horrible tiradito, ante la agresión gustativa de perversos percebes arrancados del litoral marroquí y servidos pomposamente como si fueran del Finisterre. Además, en este establecimiento no es frecuente la presencia del selfista enloquecido y sí la del comensal convencido de que el reconfortante caldo del cocido será uno de estos días descubrimiento de una modernidad deslumbrante, como ahora es el clásico tuétano.

Decía el filósofo Rousseau que sentimos más que pensamos. Una verdad reivindicatoria de la mariscada como imagen sensual de plenitud. La mariscada es sinónimo de riqueza y por ello guía las jornadas gastronómicas de Casa Dario, demostrando que no hay mejor patria que la de las cosas más buenas. Creo que lo dijo un orensano ilustre.