Las soluciones de Luca De Meo (Renault) para una industria europea sostenible

El consejero delegado de Renault recoge en una carta, dirigida a los responsables europeos y presidentes del Gobierno de cada país, el estado actual de la industria del automóvil, los retos a los que se enfrenta y los pasos a seguir para superarlos.

De Meo admite que la posición de salida es débil ante la ofensiva china y los incentivos norteamericanos, así como por la dependencia de otros mercados para la provisión de materias primas.

Luca de Meo, consejero delegado de Renault

Luca de Meo, consejero delegado de Renault / Renault

Álex Soler

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El consejero delegado de Renault, Luca de Meo, ha hecho pública una carta, que ha enviado este martes a los principales responsables de la toma de decisiones de Europa, en la que analiza el estado actual de la industria del automóvil y los retos que hay que afrontar en el futuro más inmediato. Además, propone una hoja de ruta para recuperar la competitividad frente a los mercados americanos -sobre todo el estadounidense- y los asiáticos -poniendo especial atención en el chino-.

De Meo matiza que su intención “no es meterme en política” ahora que las elecciones europeas asoman por el horizonte (6-9 de junio), sino “contribuir en la decisión sobre cuál es la política adecuada a seguir” con un documento que “llama a la movilización europea para triunfar colectivamente en la transición energética de la industria del automóvil y para aprovechar este período de transformación como un trampolín hacia la renovación industrial en Europa”. 

El estado actual del sector

Luca de Meo recuerda en la carta que la industria automovilística da trabajo a 13 millones de personas en Europa, el 7% del total, que supone el 8% del PIB europeo y que genera un superávit comercial de 102.000 millones de euros -según datos de 2023-. Según los datos del patronal europea del sector, genera 392.000 millones al año en ingresos para los Estados, el 20% del ingreso fiscal total. 

Además, reivindica su papel como motor de innovación, concentrando el 17% -59.000 millones- de la inversión en I+D del continente el año pasado. Sin una industria fuerte, advierte, el porcentaje del PIB dedicado a investigación y desarrollo caería por debajo del 2%, lo que supondría incrementar la brecha con Estados Unidos (3,4%) de “manera abismal”.

No obstante, el sector automovilístico europeo está en una situación delicada por el lento avance de la electrificación y por la dirección que ha tomado el mercado hacia Asia. De Meo apunta que el 51,6% de los turismos nuevos se venden en el continente, mientras que Europa ya está detrás de América (23,7%) con un 19,5%. En China, el país que más está creciendo gracias al impulso que el gobierno ha dado al sector y a las facilidades que ha puesto para desplegar vehículos eléctricos, se matricularon el año pasado 8,5 millones de vehículos eléctricos, el 60% del total global, y sus marcas -BYD, MG, CATL, entre otras- ya alcanzaron en 2022 una cuota de mercado del 4% en Europa.

Todo, al tiempo que la industria ha virado de la simple venta de vehículos hacia un sector mucho más avanzado en el que intervienen baterías, software y nuevos servicios de movilidad, elementos también dominados por China y que supone una oportunidad de negocio estimada de hasta 200.000 millones.

Los grandes retos del automóvil

De Meo lamenta en su carta que, mientras China ha apostado desde 2012 por una estrategia industrial “ambiciosa y proactiva”, fomentando la competitividad, incentivando la asociación entre marcas extranjeras con las locales e invirtiendo grandes cantidades en toda la cadena de suministro del vehículo eléctrico; y Estados Unidos “juega la carta del incentivo” con el programa IRA de 387.000 millones de euros para fomentar las inversiones, centrado en el vehículo eléctrico; en Europa se ha generado una “acumulación de normas y reglas” que ha creado una situación “muy desfavorable para las empresas, que se ven obligadas a adaptarse a calendarios muy ajustados”.

El directivo de Renault asegura que “Europa se enfrenta a una ecuación complicada” porque aunque debería proteger su mercado, “depende de China y Taiwán por las materias primas”. Además, el continente tampoco está a la vanguardia en cuanto a tecnología y software.

Ante todo este contexto, De Meo identifica como los principales retos de la industria europea la descarbonización, la revolución digital, el exceso de normativas, la volatilidad tecnológica, la volatilidad de los precios y la formación de los empleados. En este último punto reconoce que 500.000 empleos se verán afectados en la industria de los motores de combustión, pero también que habrá que formar 800.000 personas para satisfacer la demanda de los fabricantes de baterías, además de los cargos que se crearán en la industria del software y el sector eléctrico.

El camino a seguir

Para Luca de Meo, Europa debería empezar por definir una estrategia industrial europea teniendo en cuenta la opinión de todos los actores, tanto los políticos, como científicos, fabricantes, asociaciones, proveedores, sindicatos y ONGs. El siguiente paso sería desistir en la incesante llegada de normas que no solo limitan la actividad de las marcas, sino que las obliga a invertir grandes cantidades de dinero para adaptarse, por lo que muchas acaban descentralizando su actividad a otros mercados. Todo, adoptando un enfoque horizontal que no solo mire al vehículo eléctrico, sino a todos los implicados, incluida la industria energética renovable, por ejemplo.

Paralelamente, De Meo admite que sería importante volver a tener capacidad de abastecimiento de materias primas y componentes electrónicos para no depender tanto de los mercados asiáticos y adoptar una estrategia defensiva ante el avance chino y americano y luego centrarse en “la conquista de los mercados mundiales”. Por último, aunque dice que “la industria no cuestiona el Green Deal”, sí pide quese replanteen las condiciones en las que se aplica”.

Para conseguir todo esto, el dirigente de Renault propone varias medidas, como adoptar un principio de neutralidad tecnológica y científica, involucrar a las 200 ciudades más grandes en la estrategia de descarbonización del automóvil, instaurar un sistema que premie a las industrias que se impliquen en el cambio y penalice a las que no, crear zonas económicas verdes, bonificar a la industria con una cuota de energía limpia a bajo coste, acelerar el desarrollo de vehículos cero emisiones e implicar a las personas en la transición energética facilitando el acceso a la movilidad sostenible.

En ese sentido, aboga por el impulso de un nuevo segmento de vehículo pequeño, eléctrico, urbano y de bajo coste -similar a los key car japoneses- para reducir el coste de entrada a la movilidad eléctrica, al tiempo que se bonifica su compra con ayudas y descuentos, así como por el impulso de la entrega de última milla mediante proyectos electrificados. De Meo pide también acelerar la renovación del parque automovilístico mediante “una especie de plan Marshall europeo para acelerar la renovación del parque y así reducir drásticamente las emisiones de CO2” y, sobre todo, desarrollar la infraestructura de carga europea utilizando energía de bajas emisiones. Otros proyectos pasarían por alcanzar la soberanía en el abastecimiento de materias primas, estandarizar las tecnologías de software, la unificación del reciclaje de baterías e impulsar el potencial del hidrógeno.

Con todo, el directivo admite que las propuestas “son ambiciosas”, pero también “concretas” y que “demuestran que la industria del automóvil en Europa puede ser la solución a los retos del continente”. “La prosperidad de nuestro continente está en juego”, zanja.