¿Cuánto gana un agricultor en España?

El campo español es un sector fundamental para la economía del país, pero la realidad de los agricultores dista mucho de ser idílica. Estos últimos días, las tractoradas que han protagonizado los payeses en diferentes puntos del país han puesto el punto de mira en este sector de la economía tan importante y tan olvidado en muchas ocasiones.

¿Qué reclaman los agricultores españoles? Los motivos de las protestas

La mecha se encendió en otros países, como Francia, pero ha llegado a España para reivindicar todas esas cosas por las que la agricultura y la ganadería española lleva años luchando: la competencia desleal que hay con las importaciones de otros países, las trabas burocráticas que se encuentran para pedir ayudas y subvenciones a la UE o la falta de medidas frente a la sequía son algunas de las reivindicaciones que exigen desde el sector del campo miles de agricultores que han irrumpido en las principales ciudades españolas para ser escuchados.

Las dudas sobre un sector cuyas características laborales son desconocidas para gran parte de la sociedad han empezado a surgir en las últimas horas. Entre ellas, se ha debatido en redes sociales el precio de los tractores y ahora las incógnitas giran en torno a los salarios de las personas que trabajan en el campo.

¿Cuánto vale un tractor? El precio depende de cuatro factores [Pub. programada]

Salarios de los payeses

¿Cuánto cobra realmente un agricultor en España? La respuesta no es sencilla, ya que el salario depende de diversos factores, como el tipo de cultivo, la región, el tamaño de la explotación y la experiencia del trabajador. En general, la realidad salarial de los agricultores en España es compleja y está marcada por la diversidad, la precariedad y las bajas retribuciones.

"Papá, yo no quiero ser payés": la falta de relevo en el campo llega a Alcarràs

Según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), el salario medio mensual de un agricultor en 2022 en España se sitúa en torno a los 1.400 brutos, lo que equivale a unos 16.800 euros brutos al año. Si nos fijamos en el salario medio de los trabajadores cualificados dentro de la agricultura (y lo mismo ocurre para el sector ganadero, forestal y pesquero), el salario aumenta hasta los 1.570 euros, casi 19.000 euros brutos al año.

Se trata de uno de los salarios más bajos por rama de actividad en 2022, último año del que se tiene constancia en estos informes. Por debajo de este sector solo se encuentran las personas que se dedican a las actividades de los hogares y la hostelería.

Factores que influyen en el salario

Aun así, se trata de un promedio con datos del INE que puede variar en función de diferentes factores. Entre ellos, destacan los cuatro que se han mencionado anteriormente:

• Tipo de cultivo: Los cultivos intensivos, como las frutas y hortalizas, suelen generar mayores ingresos que los extensivos, como los cereales.
• Región: Los salarios agrícolas son más altos en las regiones con mayor actividad agraria, como Andalucía, Murcia o Valencia.
• Tamaño de la explotación: Los agricultores que trabajan en grandes explotaciones suelen tener mayores ingresos que los que trabajan en pequeñas explotaciones familiares.
• Experiencia: Los agricultores con más experiencia y conocimientos técnicos suelen tener salarios más altos.

Autónomos y temporeros

Es importante destacar que existe una gran brecha salarial entre los agricultores y otros trabajadores asalariados en España. El salario medio anual de un agricultor es un 40% inferior al salario medio anual del conjunto de trabajadores en España, según el informe anual del INE.

A la baja remuneración se suma la precariedad laboral que sufren muchos agricultores. Un alto porcentaje de ellos trabaja como autónomos o temporeros, lo que significa que no tienen acceso a un contrato laboral estable ni a derechos como el desempleo o la baja laboral.

En riesgo el futuro de la agricultura

El sector agrario español, como viene alertando hace años y con mayor intensidad estos últimos días, se enfrenta a una serie de retos, como la competencia internacional, el cambio climático o la falta de relevo generacional. Estos retos dificultan la viabilidad del sector y ponen en riesgo el futuro de la agricultura española y europea.