Agricultura

"Papá, yo no quiero ser payés": la falta de relevo en el campo llega a Alcarràs

Alcarràs vive con inquietud la complicada situación del sector agrario, estrangulado por las normativas y la lentitud de las ayudas

Huelga de agricultores en Catalunya, en directo: última hora de las protestas y los cortes de carreteras

El concejal de Agricultura de Alcarràs, Agustí Camarasa (en el centro) charla con dos vecinos ante la pancarta de apoyo al sector agrario colgada en el ayuntamiento.

El concejal de Agricultura de Alcarràs, Agustí Camarasa (en el centro) charla con dos vecinos ante la pancarta de apoyo al sector agrario colgada en el ayuntamiento. / Jordi V. Pou

María Jesús Ibáñez

María Jesús Ibáñez

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Agustí Camarasa va a ser, posiblemente, el último de una larga saga de agricultores de Alcarràs (Segrià), productores, primero, de cereales y ahora de fruta fresca. Él y su hermano -hijos, nietos y bisnietos de payeses- llevan las riendas una pequeña empresa agraria familiar que explota unas 60 hectáreas de frutales en un municipio que es emblema de lo que supone la vida del campo catalán gracias a la popular película 'Alcarràs' de la directora Carla Simón. Esta es tierra de pequeños productores, que pasan el año pendientes del cielo y que ahora llevan semanas con la niebla pegada al suelo.

Pero los hijos de Agustí ya le han dicho que no van a seguir la tradición. "La chica trabaja ya de maestra... ¿Y sabes qué? El día en que el chico me dijo 'papá, yo no quiero ser payés', ni le insistí ni me enfadé. Pensé que él iba a ser más feliz haciendo otra cosa y que, en definitiva, para seguir en este negocio hay que tener mucha vocación", explica.

Agustí Camarasa, agricultor y regidor del Ayuntamiento de Alcarràs, en un campo de frutales de su propiedad. Alcarràs, 05 02 2024 Foto Jordi V. P

Agustí Camarasa, agricultor y regidor del Ayuntamiento de Alcarràs, en un campo de frutales de su propiedad. Alcarràs, 05 02 2024 Foto Jordi V. P / Jordi V. P

Como la familia Solé, protagonista del filme ganador del Oso de Oro en Berlín en 2022, los Camarasa ni tienen vacaciones ni saben de horarios en su jornada laboral. "Y si no hay relevo generacional es, entre otras razones, porque hay que tener una implicación absoluta y porque hay que hacer, cada vez más, unas inversiones altísimas", prosigue Agustí, que además de tener su propia empresa agrícola, es concejal de Agricultura y Urbanismo en el Ayuntamiento de Alcarràs.

"Antes siquiera de recoger la primera pieza de fruta y empezar a venderla, nosotros ya hemos dejado en el campo entre 300.000 y 400.000 euros en cada campaña, solo para pagar los trabajos previos a la cosecha, como las podas o el aclarado de los árboles, para instalar sistemas de protección contra granizadas, para realizar tratamientos contra plagas o para el agua de riego", detalla. Todo ese dinero es el que conforma los costes de producción en una actividad que cada vez sale menos rentable.

Bruselas y sus normativas

Camarasa, que empezó a trabajar muy joven junto a su padre, ha hecho más formación en los últimos años que en toda su vida anterior. "Tengo carnets de todo: de manipulador de alimentos, de para la gestión de los fertilizantes... He tenido que sacarme título tras título porque si no acreditas lo que sabes, la Unión Europea no hace más que ponerte pegas", protesta. Esta es, de hecho, una de las quejas que van a sacar esta semana los tractores a las carreteras de toda España. "En Bruselas están regulando el campo sin mirar al campo, sin tener en cuenta su realidad y sus problemas", añade el payés leridano.

El edificio del consistorio de Alcarràs, en plena plaza mayor, luce desde hace ya unos días una pancarta en solidaridad con las protestas de los agricultores y de apoyo al mundo rural. "El pasado viernes tuvimos una reunión del  Patronat del Jove Agricultor, que agrupa a entidades de todo el municipio, y allí el alcalde, Gerard Companys, ya explicó que el respaldo a un sector que es la actividad principal del pueblo era absoluto", detalla Camarasa.

"Tendríamos que haber salido hace ya tiempo a las carreteras, porque el problema no es de ahora, pero ha hecho falta que se organizara una plataforma de payeses a título particular para que esto se pusiera en marcha", señala el agricultor, que insiste en que las acciones previstas para los próximos días "van más allá de ideologías políticas". A sus 63 años ("a mí me quedan dos cosechas, como el que dice", afirma), Agustí Camarasa lanza una reflexión: "Lo último que queremos los agricultores es destruir la tierra, porque le tenemos un apego que nadie más tiene y porque es nuestro medio de vida... Ya vale de criminalizarnos y de culparnos desde los despachos o desde algunos medios de comunicación", proclama.

Suscríbete para seguir leyendo