Protestas de campesinos

Los agricultores franceses inician el "asedio" de la región de París

Los sindicatos agrícolas cortan la circulación en ocho de las principales carreteras de la Île-de-France

¿Qué piden los agricultores de Francia y resto de Europa? Claves de las protestas

El Gobierno de Macron se enfrenta con pies de plomo al malestar del campo

Vehículos blindados de la policía francesa están estacionados en la entrada de la ciudad de Rungis, cerca de París

Vehículos blindados de la policía francesa están estacionados en la entrada de la ciudad de Rungis, cerca de París / EFE/EPA/Yoan Valat

Enric Bonet

Enric Bonet

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La rabia del campo francés se concentra en París. Los sindicatos agrícolas han iniciado este lunes cortes de circulación en las ocho principales autopistas y carreteras de la región parisina. Como habían anunciado el fin de semana, la FNSEA y los Jóvenes Agricultores han instalado barricadas con tractores y bloques de paja alrededor de la Île-de-France desde las dos del mediodía y con “una duración indeterminada”. Han empezado el “asedio” —según la fórmula tremendista utilizada por los campesinos— de la capital francesa en aras de obtener una respuesta más ambiciosa por parte del Gobierno de Emmanuel Macron a la crisis del sector primario.

“Confiamos en que lograremos nuestros objetivos sin tener que entrar en París”, ha explicado a EL PERIÓDICO Pascal Petitpas, de 58 años, un productor de cereales presente en el corte de la A4 cerca de la localidad de Jossigny, situada a unos 30 kilómetros al este de la capital francesa. “Lo que queremos es que los políticos entiendan de una vez nuestras reivindicaciones”, ha asegurado Guillaume Deneufbourg, de 53 años, un agricultor de trigo y frutas ecológicas y miembro de la FNSEA, el principal sindicato agrícola en Francia. “Queremos que los parisinos pasen hambre”, afirmó Benoît Durand, otro campesino más lenguaraz, en declaraciones a la cadena BFM TV.

Cuando faltaban unos pocos minutos para las dos del mediodía, los campesinos abrieron una barrera en un lateral y ocuparon la autopista A4 con tractores, máquinas de agrícolas y bloques de paja. También instalaron una carpa blanca y baños móviles para pasar los próximos días en medio de la carretera. Y en el puente que pasa por encima de ella, colgaron un muñeco simbolizando a un campesino sacrificado, además de una gran pancarta con el mensaje: “Orgullosos de alimentaros”.

Como en el resto de las carreteras bloqueadas, la policía interrumpió la circulación en ese tramo para evitar accidentes como el de la semana pasada en el sur del país, donde murió una campesina y su hija, de 12 años. Dando lugar a imágenes peculiares, los cortes de autopistas se realizan de manera coordinada con las fuerzas de seguridad. Más de 15.000 policías —una cifra poco espectacular en comparación con otras movilizaciones en Francia— han sido desplegados para evitar que las tractoradas entren en las grandes ciudades y que afecten el funcionamiento de grandes infraestructuras, como los aeropuertos o el mercado de Rungis.

Cortes de circulación en Marsella y Lyon

La Coordinación Rural, tercer sindicato agrícola, inició este lunes una tractorada desde Agen (suroeste) con el objetivo de alterar el funcionamiento a mediados de semana del mayor mercado de mayoristas de Europa, situado en el sur de la región parisina. Rungis, donde hay un importante dispositivo de las fuerzas de seguridad, funcionaba con normalidad este lunes.

Además de la zona de París, centenares de campesinos participaron este lunes en bloqueos de carreteras en el resto del territorio de galo. Las autopistas que llevan a Lyon y Marsella se vieron especialmente afectadas. A pesar de una movilización inferior a la del pasado viernes, hubo este lunes más de 80 cortes de circulación, según un recuento del diario conservador Le Figaro. Lo que refleja que los anuncios del viernes del primer ministro, Gabriel Attal, no han calmado la contestación del campo francés, respaldada por todos los sindicatos agrícolas, tanto aquellos que defienden la agricultura industrial como los que apuestan por cultivos ecológicos.

“La renuncia al impuesto sobre el GNR (diésel rural) es una broma”, defiende Deneufbourg, quien considera insuficiente el principal anuncio de Attal. Tampoco gustó a los dirigentes sindicales que el joven primer ministro pronunciara ese discurso junto con los campesinos, no afiliados, que empezaron el 18 de enero los primeros cortes de carretera cerca de Toulouse. Lo hicieron imitando protestas parecidas en Alemania, Países Bajos, Polonia o Rumania.

“Queremos vivir de nuestro trabajo”

Los motivos de la rabia campesina resultan complejos y están bien arraigados. Desde la baja remuneración de muchos productores agrícolas y ganaderos hasta los tratados de libre comercio, pasando por el exceso de papeleo, las nuevas normas medioambientales o políticas de la Unión Europea, como el Green Deal (Pacto Verde), los beneficios comerciales para los productos ucranianos o la desigual y tardía (en el caso de Francia) distribución de las ayudas de la PAC.

“Simplemente, queremos poder vivir de nuestro trabajo. En 2020, el precio de una tonelada de trigo ecológico era de 400 euros, ahora lo vendo por solo 210 euros”, lamenta Deneufbourg sobre el problema de remuneración en un sector tan desigual como precarizado. El ingreso neto medio de los campesinos resulta inferior al salario mínimo. Muchos de ellos también temen que les quede una mísera pensión de jubilación, inferior a 1.000 euros. “Queremos que contabilicen nuestra pensión en función de los 25 mejores años. Aún no nos han dado garantías sobre ello”, sostiene Annick Carron, de 66 años y productora de trigo ecológico.

“Lo que pedimos es una armonización de las normas europeas” sobre pesticidas y otros asuntos, ha defendido Samuel Vandaele, un responsable local de la FNSEA y que organizaba el corte de la A4. Los campesinos indignados tienen en el punto de mira la mayor exigencia de las normas medioambientales en Francia y denuncian los productos de otros países, como España o Italia, con reglamentaciones menos estrictas. La agricultura ecológica, de hecho, puede ser la gran sacrificada de esta movilización alimentada por una crisis profunda del sector.

No le resultará fácil al Gobierno de Emmanuel Macron aportar una respuesta satisfactoria para todos los campesinos. El primer ministro Attal se reunió de nuevo por la tarde con los dirigentes de los principales sindicatos agrícolas. El Ejecutivo centrista ha prometido nuevos anuncios el martes para calmar las protestas. Además, Macron se reunirá el jueves con la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, para tratar esta espinosa cuestión. El malestar europeo del campo ha irrumpido en el centro de la agenda del Viejo Continente.