En la Ley de Aguas

El Gobierno blinda por ley el uso del agua para almacenar energía

El Ejecutivo da un nuevo paso para transformar los embalses en una especie de baterías renovables gigantes

Ribera quiere dar un segundo uso a los embalses como almacenes de energía

La sequía llevó a la producción hidráulica al nivel más bajo de su historia en 2022

Planean en el Occidente 6 embalses como el de Rioseco para centrales hidráulicas de bombeo

Planean en el Occidente 6 embalses como el de Rioseco para centrales hidráulicas de bombeo

Sara Ledo

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Nuevo paso para convertir los embalses españoles en una suerte de baterías renovables gigantes. El Gobierno ha modificado la Ley de Aguas en el octavo decreto de medidas ‘anticrisis’ para introducir el almacenamiento hidráulico de energía como el tercer uso prioritario del agua, detrás del consumo humano y el riego, y por delante de la producción de energía eléctrica, otros fines industriales o los recreativos.

El objetivo del cambio es acelerar la instalación de centrales hidroeléctricas reversibles (o de bombeo), a las que además el Ejecutivo dará preferencia en las nuevas concesiones de aguas que se otorguen. Pero también para sentar las bases del futuro sistema eléctrico, al anteponer el almacenamiento a la producción en caso de escasez de agua.

En España hay cientos de embalses desplegados por todo el territorio. Unos están destinados a uso humano y riego (consuntivos) y otros a producción eléctrica. Estos últimos suman unos 20 gigavatios (GW) de potencia instalada, pero la mayoría son centrales convencionales mientras que solo hay 3,3 GW de bombeo. El Gobierno quiere promocionar estas últimas, fundamentales para el desarrollo renovable, y de hecho, la Ley de cambio climático y transición energética ya prioriza las centrales de bombeo en las nuevas concesiones, pero hay "dos barreras principales" que ralentizan la tramitación: la incompatibilidad con concesiones ya existentes y la necesidad de contar con un plazo de contrato más extenso "para poder amortizar y rentabilizar la inversión que se requiere", según se explica en el decreto ‘anticrisis’ publicado este jueves por el Boletín Oficial del Estado (BOE).

La forma de desencallar el problema, según el Ejecutivo, es la introducción en la legislación del agua del nuevo uso como almacenamiento de energía. La lógica que utiliza es que una central eléctrica convencional tiene como meta producir energía, mientras la centrales de bombeo son consumidoras de energía. A diferencia de las primeras, que tienen un solo embalse, el bombeo cuenta con dos dispuestos a diferente altura para almacenar agua en el depósito de arriba cuando haya menos demanda y utilizarla para producir energía en el de abajo cuando se requiera. El proceso de bombear el agua desde el depósito inferior al superior necesita más energía que la que se genera cuando se turbina en sentido inverso.

Una vez creado el nuevo uso (almacenamiento de energía), su colocación en tercera posición en el orden de preferencias de uso de la Ley de Aguas implica que en caso de escasez tendrá preferencia, pero también si hubiera lugar una "expropiación forzosa" rige ese orden. A partir de aquí, las centrales de bombeo existentes se adaptarán "de oficio" el nuevo uso como almacenamiento hidráulico de energía y se les permitirá obtener una nueva concesión "con el mismo uso y destino" si quieren repotenciarse (aumentar su capacidad) “por un plazo suficiente para amortizar la inversión realizada, no pudiendo superar en ningún caso, los 50 años”. Además, se prevé una "retroactividad" para aquellos procesos de concesiones de centrales reversibles ya iniciados.

Aluvión renovable

El cambio no es baladí. Hasta ahora, las centrales de bombeo almacenaban energía durante la noche y la producían durante el día, pero ahora podrán tener un funcionamiento distinto, al priorizarse el almacenaje de energía sobre la producción. Esto es fundamental de cara al enorme despliegue renovable previsto en los próximos años. El objetivo en 2030 es alcanzar el 81% de la producción con renovables, según se desprende de la hoja de ruta a 2030 (Plan Nacional Integrado de Energía y Clima). Pero, como explica la redacción del BOE de este jueves, las renovables “no son gestionables y no se acompasan adecuadamente a la demanda de electricidad, lo que junto a su falta de sincronicidad podría poner en riesgo la seguridad del sistema eléctrico peninsular”.

La construcción de este tipo de embalses es muy lenta, pero a diferencia de otras opciones de almacenamiento, como las baterías eléctricas es “una tecnología madura y efectiva capaz de ofrecer una adecuada respuesta para acompasar la oferta y la demanda de electricidad a nivel diario, semanal e incluso estacional, y de cara a garantizar la necesaria estabilidad, operación eficiente y flexibilidad del sistema eléctrico”. Y a esto se suma que "se adapta muy bien a las características geográficas" de España y permite "poner en valor numerosos embalses ya existentes, permitiendo no solo reducir la dependencia energética, sino hacerlo a un coste razonable y que permita disponer de energía más asequible para los usuarios", añade el decreto.

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