Transición energética

Crevillente, el primer municipio de España que comparte el sol para ahorrar en la factura

Varios proyectos impulsan en España la figura en la que el consumidor comparte energía

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Parque solar en Crevillente

Parque solar en Crevillente

Sara Ledo

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No todo el mundo tiene 6.000 euros para instalar placas solares o 20.000 para comprarse un coche eléctrico. Por ejemplo, mi madre, con su pensión de viudedad, no tiene en la cabeza hacer esos gastos. Hay quien no tiene ese dinero y también quien no quiere gastárselo, pero también hay quien vive en una comunidad de vecinos que no quiere instalar placas en su edificio o en un bloque donde no se pueden poner. Estas palabras no son de un negacionista climático, sino todo lo contrario, corresponden a Joaquín Mas, director general del grupo energético Enercoop, creado a partir de la primera comunidad energética española ubicada en Crevillente (Alicante) y cuyo modelo se basa en que la transición energética sea también justa. “La tan cacareada transición energética está siendo fuertemente asimétrica y desequilibrada porque no todos los ciudadanos transitan de la misma manera y de lo que se trata es de que sea también socialmente sostenible”, explica Mas.

Con esa meta nació el proyecto, en noviembre de 2019, para hacer de la producción energética algo “estratégico” en el municipio de 30.000 habitantes. Se hizo bajo el paraguas de la Unión Europea, porque entonces no había un marco legislativo nacional (aunque eso tampoco es complicado porque se hizo este año). “Antes los proyectos renovables se percibían en clave ecológica, tras la guerra de Ucrania la percepción que se tiene es también económica porque nos hemos dado cuenta de que Europa no es viable sin su propia energía”, añade Mas.

Así, se empezaron a instalar puntos de producción (placas solares) en distintos puntos de la localidad. A día de hoy hay siete instalaciones de autoconsumo ubicados en una marquesina de un párking, en la cubierta de un multiusos, en un polideportivo, un museo, en el centro de día, en las gradas de un campo de fútbol y hasta en un colegio de educación infantil y de primaria. “No es algo tan nuevo”, defiende Mas para establecer un paralelismo con los huertos urbanos, situados a varios metros de distancia de sus propietarios casa y divididos en una cuadrícula para que cada persona tenga asignada una parcela. “En las comunidades energéticas es lo mismo, pero en vez de cultivar naranjas cultivamos kilovatios-hora. A veces no consumo porque no tengo hambre, entonces puedo regalarle mis tomates a mi vecino o vendérselos más barato de lo que cuestan en la frutería. Eso se hace en el autoconsumo con la tecnología blockchain”, explica.

Los usuarios que quieran participar en la comunidad no tienen que realizar ninguna inversión inicial, sino que se utiliza una parte de los ahorros generados para financiar la instalación. Es lo que se denomina ‘pago por uso’: “El ahorro en la factura de la luz es de entre el 10% y el 15%, mientras que cuando se amortice el crédito en cinco o seis años se elevará a entre 20% o 25%”, explica. Hasta ahora se han invertido para el proyecto entre 700.000 (solo instalaciones autoconsumo) y un millón de euros (al sumar el almacenamiento y las baterías) financiados por Caja rural Central, de Orihuela, con las instalaciones como garantía del préstamo.

En total hay instalados 600 kilovatios de potencia para ‘cultivar’ energía que se reparte entre 600 familias y con cobertura en 10.000 puntos de suministro, casi el 10% del total. Es el “laboratorio” español a partir del cual se pretende extender el modelo a otras zonas, sobre todo en torno a ayuntamientos o cooperativas agroalimentarias porque tienen una base jurídica ideal para iniciar los proyectos. Enercoop cuenta con 15 proyectos, muchos de ellos ubicados en la Comunidad Valenciana, como Santa Pola, Ibi o Villalonga; pero también en Gran Canaria, Castilla-La Mancha o Galicia, en este último caso en la diputación de Ourense.

Además del autoconsumo, en Crevillente han instalado ya dos plantas fotovoltaicas grandes, lo que se denomina 'de suelo', a las afueras del municipio para producir electricidad renovable y abaratar la factura. La diferencia entre este tipo de generación y el autoconsumo es jurídica porque este último está exento de muchos de los costes fijos a los que está sujeta la generación de electricidad propiamente dicha. Pero no será lo último. La comunidad tiene planes inmediatos, con una gran inversión que anunciarán "en los próximos meses", y también a futuro con la gestión de la demanda.

“Hasta ahora había muchas centrales de generación con un interruptor y las poníamos a funcionar más o menos en función del consumo que teníamos. Adaptábamos la generación a la demanda. Pero con la entrada masiva de renovables irremediablemente tendrá que cambiar el sistema eléctrico para llevar la demanda a la generación a partir del almacenamiento, baterías, el vehículo eléctrico. Y lo harán los ordenadores. Le dirás a tu compañía comercializadora que tienes un vehículo eléctrico enchufado toda la mañana, pero normalmente no coges el coche entre semana y le dices que te deje siempre un 20% de batería por si tienes que ir hospital. Se llevará, así, la demanda a la generación”, añade