Discriminación

Las mujeres sufren tres veces más acoso sexual en el trabajo que los hombres

Un informe de Eurofound sitúa a los empleados del sector sanitario como los más susceptibles de sufrir violencia sexual en su puesto de trabajo

La mitad de las empresas carece de protocolo contra el acoso sexual, pese a ser obligatorio

La mitad de las empresas carece de protocolo contra el acoso sexual, pese a ser obligatorio

Gabriel Ubieto

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Las mujeres tienen más posibilidades de sufrir acoso sexual en el trabajo que los hombres. A esta afirmación de aparente obviedad le ha puesto datos Eurofound, una agencia dependiente de la Unión Europea encargada de estudiar las condiciones laborales en los 27 estados miembros y cómo mejorarlas. Concretamente hay tres veces más trabajadoras que sufren algún tipo de violencia sexual o micro machismo durante su jornada laboral que sus homólogos masculinos. Y, por sectores, los empleados del sector sanitario son los más susceptibles de sufrir algún tipo de acoso sexual durante su desempeño profesional.

El estudio de Eurofound se basa en la European Working Conditions Telephone Survey, un sondeo elaborado en base a 70.000 entrevistas a personas de 36 países del ‘Viejo Continente’. Y la principal conclusión que deja el análisis publicado esta semana es que ellas son transversalmente más vulnerables al maltrato en los centros de trabajo que ellos, ya sea por parte de sus superiores, de sus compañeros o de personas externas a la empresa o entidad para la que trabajan. Además, a más joven es la mujer, más posibilidades tiene de sufrir algún tipo de comportamiento hostil.

Ser objeto de acoso laboral y/o sexual en el trabajo repercute directamente en la salud mental de las agredidas. Estrés, ansiedad, insomnio, dolor de cabeza, malestar intestinal o reacciones cutáneas son algunos de los síntomas que enumera Ariadna Vilà, experta en el abordaje de violencias machistas y vocal de la junta gobierno del Col•legi Oficial de Psicòlogia de Catalunya. "La presión sobre la víctima es muy elevada y salpica a todos los aspectos de su vida, tanto personal como profesional", apunta. 

Según apuntan los datos de Eurofound, las víctimas de comportamientos hostiles en el trabajo tienen alrededor de tres veces más probabilidades de experimentar agotamiento físico y emocional y casi el doble de probabilidades de sufrir ansiedad o estar en riesgo de depresión que una persona que no lo sufre. 

Protocolo obligatorio en todas las empresas

Todas las empresas, según normativa aprobada en 2007, sean del tamaño que sean, tienen la obligación de tener un protocolo contra agresiones sexuales. El problema, según explica la secretaria de igualdad y formación de la UGT de Catalunya, Eva Gajardo, es que no todas las empresas cumplen con esa obligación formal y echa en falta transparencia y fiabilidad en muchas empresas. Según datos de consultora y ETT Adecco, la mitad de las compañías carece de un protocolo de este tipo.

"Desgraciadamente, lo más habitual es que la mujer agredida acabe cogiendo la baja o saliendo de la empresa y que el agresor se lleve una falta leve o ni eso", afirma. "A diferencia de otros países, donde cuando se produce un caso de este tipo las empresas son fulminantes con el despido y lo usan de ejemplo para que no vuelva a suceder nada parecido, aquí se tapa. Vemos como agresores son despedidos con el pretexto de baja productividad y no se explica nada", añade.

Una de las claves para que los mecanismos de prevención y actuación contra el acoso en el trabajo funcione es que este sea conocido por todo el mundo y los pasos para aplicarlo sean claros, según remarca Vilà, del Col•legi de Psicòlogia. "Es vital que la persona agredida sepa a quien debe dirigirse para activar el protocolo y que esta persona de referencia sea de confianza y tenga una formación adecuada para saber cómo actuar”, explica. "Las víctimas tienen que sentirse seguras a la hora de denunciar, porque sino lo que se consigue es estigmatizarlas más y aumentar la presión sobre ellas", añade. 

Para asegurar tanto esa trazabilidad como que todos los empleados sean conscientes de qué es un comportamiento hostil –tanto si lo sufren, como si lo presencian, como si lo efectúan-, Vilà y Gajardo insisten en que es imprescindible que los protocolos sean consensuados entre dirección y trabajadores. Y que estos no sean una iniciativa unilateral de los primeros, que pueden servir para evitarse una multa ante una inspección de Trabajo, pero no para prevenir realmente agresiones. Además, una agresión mal gestionada puede aumentar la desconfianza dentro de la plantilla, bajar el rendimiento de la misma y, sí se divulga, dañar la imagen corporativa de la empresa.

A más exposición pública, más agresiones

Si bien las desigualdades de género tienen un impacto transversal, no en todos los sectores los trabajadores son igual de vulnerables. El informe de Eurofound muestra que no tiene el mismo riesgo de ser violada una telefonista, que una camarera de piso acosada por un cliente cuando entra a limpiarle la habitación. Según sus datos, el 5,7% de los sanitarios han sufrido acoso sexual durante el último año, siendo el colectivo que más sufre este tipo de abusos, coincidiendo con la alta feminización del mismo.

"Lo que puede tener que aguantar una mujer joven en el mostrador de un hospital o centro de atención primaria es escalofriante", afirma la coordinadora del grupo de trabajo contra las violencias machistas de Sociedad Catalana de Medicina Familiar y Comunitaria (Camfic), Pilar Babi. "Si entras a atender a un domicilio no sabes qué te puedes encontrar. La mayoría de veces será alguien que te dirá ‘Buenos días doctora, ¿quiere un café?’. Pero otras veces no y ahí estás totalmente indefensa", añade.

Esta también afiliada a Metges de Catalunya considera en la última década ha habido un cambio dentro de las instituciones y estas “han tomado más consciencia y medidas” para evitar someter al colectivo de sanitarios a situaciones como las anteriormente descritas. "La respuesta tiene que ser contundente y la formación de los profesionales en este sentido es imprescindible. Hemos de ponernos en lo peor, dar por hecho que esto pasará, que los profesionales deben tener herramientas para reconocer estos comportamientos y tratar de reconducirlos. Y siempre que no se pueda, medios para reparar el daño", concluye.  

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