Pacheco (CCOO): "Con medio millón de parados, la prioridad del nuevo Govern solo puede ser la economía"

Javier Pacheco Serradilla (Barcelona, 1970) ha sido reelegido cuatro años más como secretario general de CCOO de Catalunya. Si su primer mandato lo inició con el reto de pilotar el sindicato durante el inicio de la recuperación de la crisis financiera e inmobiliaria; este segundo lo inaugura con la tormenta del coronavirus todavía viva en lo sanitario y sin haber mostrado todas sus secuelas en lo económico. Preocupado por el auge de la ultraderecha, alerta a los gobiernos que solo con políticas sociales podrán frenar el avance y erigir una alternativa confiable para los miles de trabajadores que han perdido o ven peligrar sus sustentos.

¿Estamos en el inicio del fin de la crisis del covid? Depende de cómo interpretemos la crisis del covid. Ya estábamos viviendo tres crisis cruzadas: social y económica, política y democrática y climática y sanitaria. Estas tres crisis se cruzan y el covid le añade complejidad. Hemos controlado la pandemia y empezamos a trabajar las otras tres crisis. En ese sentido sí estamos al inicio del fin, se intuye una luz de salida. Pero ahora hay que ver cómo le damos salida a esas tres crisis. ¿Qué es salir de la crisis? En el 2015 la economía crecía, pero también la pobreza y la precariedad laboral.

¿Qué escenario prevé para el mandato que comienza? Pienso que habrá una recuperación económica importante, que prácticamente llegue a la gran mayoría de sectores. Teniendo en cuenta que hay sectores en profunda transformación y sufrirán una crisis. Es por eso que el sindicato está haciendo un planteamiento a medio plazo que hemos de incorporar a todas las políticas públicas: las transiciones. 

No podemos cerrar un sector y esperar que venga otro a cubrir su puesto; hemos de acompañar esa transición

¿Qué significa eso? Cómo gobernamos los cambios que ya se están produciendo en sectores como el del auto, el financiero o el comercio. Hemos de acompañar esa transformación para no salir perdiendo. No podemos cerrar un sector y esperar que venga otro a cubrir su puesto. Hemos de ligarlo y ahora mismo no tenemos un acompañamiento normativo. Necesitamos un pacto para la transición.

¿Les ha llegado alguna garantía de reindustrializción de Nissan? No. La empresa no está siendo proactiva y el pacto que firmamos con ella es que para marcharse tenía que dejar esto funcionando y con la gente ocupada. Y si no, a lo mejor no te vas. Y luego las administraciones tienen que entender que aquí se juegan el proyecto de país. Hay que darles un mensaje a todas aquellas empresas que en este proceso de transformación, si se van, tienen que dejar ocupación y tejido productivo. La Administración no tiene que descartar ningún nivel de implicación, incluso entrar en el capital de cualquier proyecto de inversión. No sería el primer país de la Unión Europea que hace algo así. 

¿Es replicable esa vía en las grandes reestructuraciones que estamos viendo? Sí, para garantizar una transición justa, la Administración tiene que entrar en el capital de las empresas estratégicas. Y luego hay otras vías proactivas. En Francia las grandes empresas que quieren cerrar tienen que avisar a la Administración con un año de antelación. Y durante ese año deben trabajar en la reducción del impacto social y laboral de ese cierre. Y lo hacen no por nada, sino porque hay una norma que les obliga. Si no, no pueden cerrar. ¿Por qué hay multinacionales que prefieren cerrar aquí y no en Francia? Porque aquí les es más fácil por ley. En un mes lo pueden tener listo.  

¿Qué pasará si el Gobierno no se dota de esas competencias? Probablemente la salida de esta crisis será más débil. Perderemos una oportunidad como ya perdimos en los 80, con la entrada en la UE. No habrá ocupación de calidad y viviremos en un país más pobre.

Si [ante los cierres] no articulamos una transición, la conflicitivdad laboral crecerá. La gente se defiende

¿Prevén un aumento de la conflictividad laboral en los próximos años? Si no somos capaces de articular ese pacto por la transición, evidentemente aumentará la conflictividad. La gente se defiende. Para darle continuidad y estabilidad a la recuperación, la paz social también es un valor. Pero para eso se necesitan redes de protección. Si queremos parar a la ultraderecha, si queremos que la gente que puede perder su empleo en este proceso de transformación no busque abrigo en sus explicaciones sencillas, debemos levantar y mantener un escudo social.  

¿Es Catalunya más gobernable después de las últimas elecciones? Es pronto para saberlo. Espero que [ERC y JxCat] hayan ordenado los evidentes déficits que tenían en el último Govern. 

¿Cuál debe ser la prioridad del próximo Govern? La economía y la salud. Un país con una de cada cuatro personas en riesgo de pobreza, con más de 200.000 personas en hogares sin ingresos, 400.000 trabajadores pobres y más de medio millón de parados no puede permitirse tener otra prioridad. Las personas deben estar en el centro. Y si no consiguen hacer unos presupuestos para 2021 estarán renunciando a ampliar el potencial que tienen para cambiar eso. Ese debe ser el primer pacto que tenga el Govern y el mensaje que debe lanzar a la sociedad. 

En Catalunya hay una degradación institucional importante por la falta de proyecto propio

Durante la pasada legislatura denunció que cada socio de Govern gobernaba para los suyos, ¿cuál sería el coste de que eso volviera a pasar? Hay una degradación institucional importante por la falta de proyecto propio. Si esa actitud continúa, esa degradación se agravará. Y nos condenaría a unas nuevas elecciones. Es un coste muy bestia, si tenemos en cuenta que estamos viviendo la mayor crisis que ha conocido nuestra generación. Si no son conscientes de eso, es que viven ajenos a la realidad. Y si no cumplen, la sociedad civil deberá tejer sus alianzas y llevar a las calles las movilizaciones para exigírselo.

¿Le preocupa que los próximos presupuestos los diseñe JxCat? Claro, el alma de JxCat ha redactado muchos presupuestos y normalmente no nos han gustado.

La ultraderecha de Vox ha entrado con 11 diputados en el Parlament, ¿teme que condicione el debate público? Ya lo está condicionando. La crispación actual que se vive en toda España es un efecto directo de la entrada de Vox en las instituciones. El cordón sanitario en las instituciones a Vox es loable, pero no suficiente. Hemos de construir un escudo social que rompa los mensajes simplistas que coloca para intentar cooptar a una mayoría social. 

El sindicato de Vox solo existe en el registro

¿Esa crispación está entrando en los centros de trabajo? No, pero sí que es verdad que ideas vinculadas con la homofobia, el racismo, el machismo empiezan a expresarse por parte de algunos en los centros de trabajo. Aunque de momento no supongan una crispación. 

¿Teme que el sindicato afín a Vox, Solidaridad, se expanda en Catalunya? No, es solo un registro de un partido. No he conocido todavía a ningún delegado, ni conozco ninguna empresa donde tengan representación. El modelo de sindicalismo de clase no está en riesgo.

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