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Cómo y por qué invertir en los valores de la nueva economía

Bolsa española

Bolsa española / EL PERIÓDICO

M. Gracia/ A. Barbaresi

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El camino hacia un modelo económico más ético e inclusivo pasa, sin ninguna duda, por repensar también la forma de invertir nuestro capital personal. Y si hablamos de dinero y gestión patrimonial, el viraje hacia una nueva economía se ve sobre todo en el auge en los últimos años de la inversión sostenible o socialmente responsable.

Desde su aparición hace unos años, la ISR ha ido evolucionando hasta convertirse en la llamada ESG. Unas siglas en inglés que significan Environment (entorno o medio ambiente), Social (criterios sociales) y Governance (buen gobierno corporativo). No es solo cuestión de nomenclatura: la inversión sostenible no solo tiene que ver con la ecología; consiste en escoger acciones, bonos o proyectos de compañías que, además de vigilar su impacto ambiental, buscan un bien en la sociedad y vigilan el funcionamiento de su propio negocio, incluyendo el bienestar de su plantilla y los intereses de sus accionistas.

Desde marzo han cambiado muchas cosas a nivel económico. Algunas para peor, pero no en lo que respecta a la proyección de la inversión responsable. En palabras de Sophie del Campo, directora general de Natixis IM para Iberia, Latinoamérica y EE.UU. Offshore, “alrededor de la ESG ha habido después un debate financiero muy intenso y podemos concluir al respecto que la crisis del Covid-19 ha despejado las dudas, ha reforzado la validez y la necesidad de seguir los principios de sostenibilidad. El coronavirus ha resaltado las incoherencias del modelo económico global y ha hecho evidente que todos debemos contribuir a un mundo mejor. Al final, en muchas cosas no se puede seguir viviendo como se hacía hasta ahora”, asegura.

Pero, ¿cómo podemos saber que una empresa es de verdad sostenible? ¿Cómo asegurarnos de conseguir una cartera con una buena selección y bien diversificada? Una buena opción, sobre todo por sus ventajas fiscales, es recurrir a un fondo de inversión especializado. Por ejemplo, el HSBC Global Investment Funds - Global Equity Climate Change AD o el BMO Responsible Global Equity Fund A Inc en euros; ambos con aportaciones iniciales mínimas accesibles al inversor de a pie (5000 y 2500 dólares, respectivamente) y con buena calificación por parte de la consultora Morningstar, referencia en el sector.

Otra posibilidad es elegir un fondo cotizado (ETF), que gozan de una liquidez equivalente a las acciones y, en general, tienen comisiones de gestión inferiores a los fondos tradicionales. Por ejemplo, BBVA comercializa el FTSE 4GOOD IBEX ETF, un cotizado que replica al FTSE4Good Ibex, un índice empresas españolas calculado por el propio FTSE y BME, que sigue los criterios del célebre indicador británico. 

Por qué invierten con criterios ESG

Pero, ¿conocen los inversores la vía sostenible? Los datos de la patronal de fondos de inversión (Inverco) muestran que queda camino por recorrer, ya que solo el 22% de los inversores está familiarizado con los criterios ESG. Y entre los que sí los conocen, la gran mayoría (el 73,3%, según datos de la Guía "Sostenibilidad y Gestión de Activos" de AFI, Allianz Global Investor y FinReg 360), tienen en cuenta estos criterios siempre y cuando no supongan una merma en la rentabilidad. Porque uno de los grandes mitos que existen sobre este tipo de inversiones es que no son tan rentables como, digamos, las “tradicionales”. Según Morningstar, durante los últimos 10 años cerca del 60% de los fondos ESG obtuvieron mejor rentabilidad que sus equivalentes no ESG.

Damià Cantabrana, inversor que participa en Liga de la Bolsa, una comunidad de clubs de inversión en España, que organiza competiciones de inversión con dinero real, asegura que tiene en cuenta los criterios ESG, pero reconoce que no le da la misma importancia a cada una de las siglas. El aspecto del gobierno corporativo es preferente para él. “Si le diera la misma importancia a todos, habría empresas interesantes con un largo recorrido al alza que quedarían descartadas, como algunas de países emergentes con una regulación más laxa en temas de contaminación”, apunta. ¿Y cómo sabe qué empresas cumplen con esa G dentro del espectro ESG? Con un método propio: se hace  a sí mismo 22 preguntas, que incluyen cuestiones como los salarios y reputación de los directivos. Y ahí es cuando decide.

Paloma Casillas, consultora de comunicación, se introdujo directamente en el mundo de la inversión por la puerta sostenible. Y lo hizo gracias a las nuevas tecnologías. En su caso utiliza la aplicación móvil Peaks, una app fundada en 2016 en Amsterdam, autorizada y supervisada por la Autoridad de los Mercados Financieros de los Países Bajos. Las inversiones están en mano de la fundación Stichting Derdengelden Peaks y está respaldada por el banco Rabobank. 

No quiero invertir en nada relacionado con empresas armamentísticas, ni tabaco, ni aquellas que no respeten el medio ambiente”, señala con rotundidad. La aplicación está dirigida a cualquier persona que desee invertir de una forma fácil, rápida y segura. Con Peaks inviertes en fondos indexados. Al seguir los mercados de acciones y bonos mediante los fondos indexados, los costes de inversión son bajos. 

Stepan Batllori, inversor y participante en Liga de la Bolsa, tiene una visión mixta de la inversión sostenible. Explica que no quiere reducir sus opciones con criterios "arbitrarios" relacionados con la ética/moral/visión de una compañía en concreto. Reconoce que al analizar compañías concretas en las que invertir “en caso de ver según qué actividades moralmente reprensibles, me alejaba de ese stock”. Pero matiza que en caso de que sea un ETF o fondo de inversión diversificado “no puedo preocuparme por un plato sucio de la vajilla... Entonces lo pondero dependiendo de cuánto me interese”.