DISTRIBUCIÓN
Mercadona y la conjura contra el desperdicio
Eduardo López Alonso
Periodista.
Trabajo en El Periódico de Catalunya desde 1992, la mayor parte de ese tiempo en la sección de Economía. Ahora, en la sección Panorama que agrupa a Economía, Política e Internacional. Antes estuve en el diario ABC (Economía), Televisión Española (Economía), Grupo Recoletos (gratuitos locales) y en el ámbito de las televisiones locales (realizador). Licenciado en periodismo, diplomado en publicidad, máster de Información de Económica por la UAB y el Col·legi de Periodistas de Catalunya, cursé el doctorado de Económicas en la Universitat de Barcelona, pendiente de tesis doctoral ('Gestión de medios de comunicación en tiempos de crisis'). Autor del libro 'Las prejubilaciones del menosprecio'.
Eduardo López Alonso
El sector de la distribución se esfuerza para eludir el desperdicio alimentario, optimizar la gestión y fortalecer los mecanismos de aprovechamiento de los excedentes. En esta conjura colectiva, el líder del sector de la distribución alimentaria en España, Mercadona, ha redoblado esfuerzos. El objetivo último es eliminar el estoc y el almacenaje de producto en la tienda, incrementar la rotación de productos al máximo y gestionar con eficiencia los productos no vendidos. Un reciente estudio de Aecoc asegura que el 70% de las empresas alimentarias y del sector de la distribución han diseñado sistemas para gestionar el desperdicio alimentario.
Tras el acto de vender un producto en un supermercado, la distribución moderna ha incorporado instrumentos de gestión sofisticados. Lo que en el sector de la venta de moda es el control por radiofrecuencia (el denominado RFID), que permite geolocalizar cada prenda en la tienda, se ha transformado en el caso de los supermercados en herramientas de control de estocs y venta que permiten mejorar la gestión de pedidos a diario y ajustar mejor oferta y demanda. Los estantes casi vacíos al final del día son signo de buena gestión y garantía de frescura al día siguiente.
Mercadona es un ejemplo de esa distribución moderna actual. Aplican el sistema PR-PSV, una herramienta informática en manos de los responsables de cada sección con la que controlan las ventas en tiempo real y la cantidad de producto que queda en la tienda. El propio empleado responsable del área de productos determina lo que hay que pedir al almacén o al proveedor para el día siguiente. Este sistema permite que los supermercados tengan relativamente poco producto almacenado. Del buen ajuste entre oferta y demanda se derivarán los buenos resultados globales de la cadena y de cada tienda en particular. Aunque el lema es 'siempre precios bajos', a última hora del día pueden hacerse descuentos de última hora en precio (de hasta el 25%). Pero el estilo general de Mercadona es nunca llegar a la política de otras cadenas del 3 por 2, que en la práctica traslada el posible desperdicio a los hogares.
El control de producto es intenso. Para un supermercado de 1.800 metros cuadrados y 8.000 referencias, como un típico Mercadona, la gestión al detalle es posible. Más difícil en el caso de los grandes hipermercados y sus 40.000 referencias. Mercadona aplica lo que denominan la estrategia de la 'R', código incorporado en las etiquetas de producto que indica el último día de comercialización. Así, un producto que caduca el día 10, será retirado de la venta el día 6, el R-6 que figura en la etiqueta, que es el tiempo necesario para el consumo en casa. Mercadona se ha comprometido a "conseguir que la reducción del desperdicio vaya más allá de las fronteras de la empresa" y ese producto no vendido será aprovechado pero nunca tirado a la basura si está en buen estado.
En esta línea, Mercadona ha incrementado los contactos directos y regulares de las tiendas con entidades sociales del entorno. El sistema, implementado este año en todos los supermercados de Barcelona, ha supuesto un incremento del 47% de los alimentos aportados este año por este sistema. Las entidades sociales van tres veces a la semana a las tiendas y reciben esos excedentes para su distribución en comedores sociales. Es el caso de la Fundació Canpedró, por ejemplo, que recibe alimentos para su distribución diaria. Acuden a su comedor del barrio de Sants del orden de 150 personas a diario. La crisis ha impactado de lleno en el barrio y el número de personas que recurren a él se ha incrementado en torno un 40% con la pandemia, según la directora de la fundación, Teresa Villoro.
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